Jack Kinney. Categoría: Película. |
Las mil y una… es el primer largometraje enteramente animado producido por United Productions of America (UPA), y digo lo de enteramente porque había realizado la animación para el especial televisivo Nuestro Sr. Sol (1956), dirigido y escrito por el gran Frank Capra. Este es, no obstante, un proyecto más ambicioso puesto que fue concebido para los cines, aunque se tuvo que conformar con un presupuesto considerablemente más pequeño que las producciones contemporáneas de Disney: La bella durmiente, estrenada ese mismo año, costó 6 millones de Dólares, por 2 de la que nos ocupa.
Esa diferencia de presupuesto se nota en el resultado, así que no asistimos aquí al deslumbrante despliegue de animación y perfección técnica de la compañía de Walt Disney. Ahora bien, para valorarla debidamente hay que tener en cuenta el contexto en el que se estrenó. Fue la primera película de dibujos animados producida en Estados Unidos por un estudio no llamado Disney desde Saltarín va a la ciudad (1941), el fracaso comercial de Fleischer Studios. Incluso contando Hansel and Gretel (1954), animado con stop motion, era solo el cuarto largometraje de animación estadounidense no realizado por la compañía de Burbank, que por entonces llevaba ya 16: el dominio de Disney en el ámbito de las películas animadas era evidente.
Las mil y una… no corrió mejor suerte y tampoco funcionó en taquilla, así que Columbia Pictures, que distribuía con este su primer film de animación, terminó su relación con UPA. El estudio tuvo que buscar otro distribuidor, Warner Bros. Pictures, para su segundo largometraje animado, Mewsette en París (1962). En fin, en esa época competir con el gigante Disney era prácticamente misión imposible, así que los presupuestos debían mantenerse muy ajustados. Sintomático es que hubiese que esperar hasta la llegada de DreamWorks Animation a finales de los 90 para encontrar una competencia considerable: ni siquiera Don Bluth o Steven Spielberg lo consiguieron en los 80.
En cualquier caso, poco importa la falta de dinero cuando se cuenta con buenas ideas y talento, cuestiones que sí abundan aquí. Es más, UPA era experta en sacar un enorme partido a bajos presupuestos, cuestión que había convertido en una de sus señas de identidad, así que la animación limitada es también una de las características de la película. La otra es su personal tratamiento del diseño, que se aprecia en el aspecto de los personajes y, sobre todo, en los coloridos fondos. Es una animación más cercana a los estándares televisivos que a los cinematográficos, pero eso no le resta nada de encanto.
Además de por su deliciosa estética, Las mil y una… destaca por su libre interpretación del cuento de Aladino, al que UPA añadió como personaje a su más célebre creación, Mr. Magoo -una suerte de Rompetechos estadounidense-, aquí convertido en Abdul Azziz Magoo. Buena manera de celebrar el décimo aniversario de un personaje nacido en el corto Ragtime Bear (1949) y ganador ya de dos Premios Oscar en la categoría de Mejor cortometraje de animación. Tiene gracia verle en un contexto tan poco habitual para él, aunque en esencia sigue siendo el mismo: un ser bondadoso que provoca desastres y se mete en líos por su mala vista sin darse nunca cuenta.
Magoo depara algunos de los más divertidos momentos, pero el guion es ingenioso y ocurrente de principio a fin así que el resultado es una muy eficaz comedia. Entre su sentido del humor y su estética, tan alejada del canon de Disney, tenemos una obra muy interesante. Y por supuesto, ayuda que el director fuese Jack Kinney -en sustitución de Pete Burness, eso sí- veterano animador que para el estudio de Walt Disney había dirigido, además de numerosos cortos protagonizados por Goofy, películas como Pinocho (1940), Dumbo (1941) o Saludos amigos (1942).
Nota: fue el segundo largometraje animado en adaptar uno de los cuentos de Las mil y una noches, tras La Rosa di Bagdad (1949), producción italiana dirigida por Anton Gino Domenighini.