Alexander Alexeieff y Claire Parker. Categoría: Cortometraje. |
Cuando Claire Parker descubrió las ilustraciones de Alexander Alexeieff, quedó tan impresionada que contactó con su editor para concertar una cita con él: “pensé que me encontraría un viejo y digno hombre con la barba blanca, pero vi un hombre de 30 años moreno, alto, atractivo y aristocrático. Nuestra primera lección terminó en la orilla del Sena, de la mano; nunca hubo una segunda lección”. Así describe Parker el inicio en 1932 de su larga relación sentimental y profesional con Alexeieff en el libro Animation Unlimited (2004).
En 1933 crearon su primer corto conjunto, Une nuit sur le Mont Chauve, en el que emplearon una novedosa técnica denominada ‘pinscreen’, con la que Alexeieff pretendía trasladar a la pantalla el estilo de sus grabados.
Gianalberto Bendazzi explica en su libro Cartoons, 110 años de animación (Ocho y Medio, 2003), en qué consiste la técnica de Alexander Alexeieff: “diseñó una pantalla blanca en la que dispuso, perpendicularmente, miles de alfileres retráctiles formando una especie de malla. Cuando se colocaban dos fuentes de luz a ambos lados de la pantalla, cada alfiler proyectaba dos sombras oblicuas; la suma de todas las sombras oscurecía la pantalla por completo. Al retraer un grupo determinado de alfileres, sus sombras se acortaban y se iluminaba la zona correspondiente. La total retracción de los alfileres no producía sombras sino que dejaba la pantalla en blanco. De este modo, el artista podía crear cualquier figura y utilizar toda la grama de grises. Si el artista modificaba, paulatinamente, las imágenes y las fotografiaba fotograma a fotograma en cada fase sucesiva, resultaba posible hacer una película de animación con grabados”.
Con esta laboriosa técnica creó el dúo varios cortometrajes y piezas publicitarias durante varias décadas, entre ellas Le nez, creada en 1963 durante su segunda etapa en París. Adapta el texto surrealista de Nikolay Gogol, que condensa en algunas de sus escenas clave: el descubrimiento de una nariz en un trozo de pan, el desgraciado hombre que ha quedado sin nariz, su recuperación…
Lo asombroso, en cualquier caso, no es cómo adapta la historia, sino el virtuosismo técnico con el que el dúo emplea la técnica, la belleza de sus imágenes y la expresividad de su animación. Cierto que puntualmente se aprecian algunas limitaciones, con movimientos que son algo más lentos de lo que resultaría natural. Sin embargo, eso no hace el resultado menos fascinante y esa lentitud funciona bien en este contexto surrealista.
Le nez es una obra maestra en la que son especialmente admirables los pasajes que ilustran el cambio de luz en paisajes y habitaciones, como ese amanecer al inicio del corto. También es muy interesante, como en tantas obras del dúo, la elección de música, en este caso una pieza improvisada por Hai – Minh.