Robert Taylor. Categoría: Película. |
En 1972, El Gato Fritz, ópera prima de Ralph Bakshi, se convirtió en el primer largometraje de animación para adultos de Estados Unidos y el primero del mundo en obtener la calificación X. Más importante aún, y a pesar de que no disponemos de datos fiables al exhibirse esencialmente en el circuito alternativo, parece que fue un enorme éxito. La novedad de ver a dibujos animados fornicando atrajo al público, así que Steve Krantz se apresuró en encargar una segunda parte. Bakshi, que no había terminado muy bien su relación con el productor porque pensaba, seguramente con razón, que le escamoteaba su parte de los beneficios, rechazó participar. Por eso y porque estaba ocupado con proyectos más personales, como Tráfico pesado (1973) o Coonskin (1975).
Krantz recurrió entonces a Robert Taylor, colaborador habitual de Ralph Bakshi ya desde los tiempos de Terrytoons. Tampoco quiso saber nada Robert Crumb, el creador del gato Fritz: no le había gustado la primera adaptación. De hecho, como las historias aquí incluidas no están basadas en sus cómics, ni siquiera aparece acreditado.
De The Nine Lives of Fritz the Cat destaca su notable animación, algo más elaborada que la de su predecesora, y la atractiva estética, que incluye un interesante diseño de personajes y detallados fondos. A esa satisfactoria parte visual se suma una buena banda sonora, esencialmente de jazz, compuesta por Tom Scott e interpretada por su grupo, The L.A. Express. Otra cosa es que la música esté empleada de un modo poco creativo.
En cambio, el guion, formado por segmentos independientes en los que Fritz se imagina en las más diversas situaciones -en la era de Hitler, en una misión espacial a Marta, como un rico Playboy…-, resulta deslavazado e irregular. Hay buenas ideas, pero son pocas y rara vez bien ejecutadas.
La película aparece reseñada en The Animated Movie Guide (2005), el libro coordinado por Jerry Beck. El crítico le otorga dos estrellas de cuatro y escribe lo siguiente: “desafortunadamente, Taylor y Krantz carecían de visión o punto de vista alguno, un importante ingrediente que Bakshi aportó a la primera entrega. La novedad de la calificación X había desaparecido y sin una historia robusta no tenía sentido hacer este filme -además del exiguo beneficio cosechado por ser una secuela. La animación y el diseño de arte es magnífico -dado que buena parte de los mayores talentos de la animación de Hollywood participaron-, pero fue en vano”.