1976: Allegro non troppo

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Allegro non troppoamazon

Bruno Bozzetto.
ALLEGRO NON TROPPO.
9,5/10

Categoría: Película, Antología.
Guion: Bruno Bozzetto, Guido Manuli y Maurizio Nichetti.
Año: 1976.
País: Italia.
Género: Comedia, Fantasía, Musical.
Técnica: Mixta, 2D; Stop Motion (breve fragmento).
Estudio: Bruno Bozzetto Film.
Idioma: Italiano.
Característica: Humor Absurdo / Disparatado, Slapstick, Imaginativo, Surrealismo.
Duración: 1h 25min.
Clasificación por edades: NR-7.

Allegro non troppo es el tercer largometraje de Bruno Bozzetto, personal e interesante cineasta que por entonces ya había creado uno de los más populares personajes animados de Italia: el signor Rossi, un hombrecillo de aspecto inofensivo que progresivamente se va volviendo más agresivo como consecuencia de una sociedad que percibe como cada vez más hostil. Tan vitriólico retrato de la Italia contemporánea no impidió que se ganase el cariño de buena parte de sus compatriotas. He ahí una de las claves de su obra: su capacidad para aunar sátira, ironía e irreverencia en un contexto entretenido y, a menudo, de irresistible atractivo.

Su largometraje de debut fue Johnny y Clementina en el Oeste (1965), que se disputa el título de primer western animado con El hombre de Button Willow, dirigido por David Detiege y estrenado el mismo año –Bozzetto resolvió el empate al afirmar que el suyo era el primer “spaguetti western animado”-. El primero y uno de los poquísimos que existen. El siguiente fue Vip, mi hermano superhombre (1968), que se adelantó varias décadas a la fiebre por los superhéroes en el cine, aunque la suya era una mirada paródica al fenómeno.

Y así llegamos al film que nos ocupa, que es el que asegura su lugar destacado en la historia de la animación. Allegro non troppo es su versión experimental, cómica y un tanto surrealista de Fantasía (1940), el clásico de Disney, del que toma prestada su premisa: ilustraciones animadas de piezas de música clásica.

Bozzetto aborda desde el inicio esa cuestión al mostrar, en uno de los pasajes no animados, una conversación telefónica entre el presentador de la película y, suponemos, alguien de la compañía estadounidense. Cuando cuelga se dirige a cámara y nos dice que (en paráfrasis) “por lo visto un tal Prisney ha hecho esto ya antes”. Acto seguido el director deja claro que este será un asunto muy distinto y que de la empresa del ratón solo toma el punto de partida, porque vemos la primera de las escenas un tanto absurdas: un grupo de ancianas se suben apresuradamente a un camión para llegar a tiempo al film. El presentador vuelve a dirigirse a cámara y dice socarrón: “¿esto lo ha hecho ya Prisney?”.

Esa es una de las particularidades de la cinta, que entre uno y otro fragmento musical animado figuran escenas con actores de carne y hueso. Esos pasajes son, al mismo tiempo, los que convierten el proyecto en especialmente singular y los que impiden que sea una obra maestra redonda. Nadie es perfecto y Bozzetto es mejor animador que director, de modo que la puesta en escena es algo insatisfactoria. Eso sí, es solo la ejecución la que falla puntualmente, porque el guion no está nada mal. El excéntrico director de orquesta, el dibujante patoso y, sobre todo, la orquesta enteramente formada por ancianas son ideas que se le podrían haber ocurrido a Fellini. Además, la dinámica entre el director de orquesta y el dibujante remite en ocasiones al slapstick de la comedia muda de Hollywood.

Por otra parte, si en Fantasía -ya que ni el mismo director rehúye la comparación, tampoco voy a hacerlo yo- los pasajes no animados son meramente didácticos, aquí forman parte de la trama tanto como las animaciones, de modo que el conjunto, a pesar de la estructura de antología, queda más cohesionado. Máxime cuando se produce un constante diálogo entre unos y otros pasajes: ocurre por ejemplo que la orquesta ríe o llora como reacción a las animaciones.

Esta interacción entre animación e ‘imagen real’ es subrayada, además, por la presencia de breves elementos animados en los pasajes grabados con actores. Unos ejemplos: 1) el dibujante y la mujer de la limpieza se convierten en personajes animados; 2) una mano imitando la forma de pistola dispara una bala como si se tratara de un dibujo animado; 3) el signor Rossi, porque yo diría que es él, tiene un pequeño cameo en un papel en llamas; 4) el dibujante empieza a dibujar unos trazos que dan mágicamente paso a la animación.

En cuanto a los pasajes musicales con animación, que son lo mejor de la función, son todos interesantes. Otra cosa es que, como suele ocurrir en las obras episódicas, unos resulten más brillantes. El inicio, con música de Claude Debussy, es ya muy prometedor y establece bien el estilo visual de la obra. Personajes caricaturescos, coloridos fondos y animación sencilla. El segundo, que ilustra una composición de Antonín Dvořák, es divertido y de los más irreverentes.

El tercero es una maravilla. El famoso Bolero de Maurice Ravel sirve de banda sonora para una imaginativa historia de la humanidad alternativa que nace a partir de unas gotas de Coca Cola. La pantalla se llena de asombrosas criaturas en constante evolución en un mundo igualmente fantástico. En cierto modo, sería una alternativa al fragmento de la Primavera de Stravinski en Fantasía.

Jordi Sánchez-Navarro, en su libro La imaginación tangible (2020), incluye Allegro non troppo en su lista de 50 películas esenciales de la historia de la animación. De este fragmento escribe: “sin duda, uno de los grandes momentos de la animación europea de los años setenta. Absolutamente desbordante en el diseño de personajes y escenarios, la sincronización de imagen y música y el desarrollo narrativo, en definitiva, desbordante de imaginación. Bolero bastaría para hacer a Bozzetto merecedor del título de gran maestro de la animación mundial”.

Tras este hito aún hay más piezas estimulantes. Tenemos el emotivo ‘Valzer triste’, de Jean Sibelius, protagonizado por un melancólico gato, que combina animación con actores de carne y hueso mostrados como si fueran hologramas -o fantasmas-; una prueba de la versatilidad de Bozzetto. Un picnic visto desde la perspectiva de una abeja a ritmo del barroco Vivaldi. Stravinski, también presente aquí, que sirve la música de la génesis de la humanidad, con unos Adán y Eva que vemos formarse en plastimación antes de cobrar vida con animación tradicional. Y, finalmente, el ‘tour de force’ del desenlace, que continua con las meta-referencias -se trata de encontrar un final para la película- y da rienda suelta a la vertiente más experimental del director.

Dato curioso: Maurizio Nichetti, coguionista de la cinta e intérprete del personaje del dibujante, es director, guionista y protagonista de Querer volar (1991), otro clásico de la animación adulta italiana.

Reseña Panorama
Puntuación
10
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