James Algar, Gaëtan Brizzi, Paul Brizzi, Hendel Butoy, Francis Glebas, Eric Goldberg, Don Hahn y Pixote Hunt. Categoría: Película. |
Cuando Disney estrenó Fantasía en 1940 -su tercer largometraje tras Blancanieves y los siete enanitos (1937) y Pinocho (1940)-, la idea era que se mantuviera indefinidamente en los cines. El reclamo para que los espectadores repitiesen era ir añadiendo nuevos segmentos que fuesen reemplazando a los originales. Un estupendo planteamiento que, de tener éxito, podría haber revolucionado la manera de comercializar el cine. Imagina: películas episódicas que se pasan décadas en los cines gracias a nuevos fragmentos estrenados periódicamente.
Fantasía no tuvo éxito, a corto plazo provocó pérdidas para el estudio, así que esa intención fue abandonada. De hecho, el film solo generó beneficios gracias a múltiples reestrenos. Avanzamos hasta 1984, cuando Michael Eisner llega al cargo de presidente de Disney. Le presentan el proyecto de una segunda parte y, aunque le atrae, ve que no hay fondos suficientes para emprenderlo. Entonces ocurre que Disney reestrena por última vez Fantasía en 1990 y funciona bien en taquilla. Un año después llega al mercado doméstico, en VHS, y es un enorme éxito. Eisner considera que ese entusiasmo por el clásico justifica la producción de una continuación, así que en 1991 da luz verde al proyecto.
Fantasía 2000 llega a los cines con años de retraso y numerosos cambios en el programa. Inicialmente iba a mezclar segmentos del original con nuevas creaciones. Finalmente solo el popular corto El aprendiz de brujo es incluido en el nuevo largometraje, a modo de homenaje. El conjunto es estimable, y es de agradecer que Disney retome una vertiente algo más experimental que tenía un tanto abandonada. Es más, aunque no me entusiasma que convierta en franquicia casi cada propiedad de su catálogo, la idea de ilustrar piezas de música clásica con animación sí se presta a ser retomada periódicamente. Otra cosa es que el resultado sea un tanto irregular.
El mejor es el que ilustra Rhapsody in Blue con el estilo del caricaturista Al Hirschfeld. Visualmente es un festín y la propuesta cromática es una delicia. Está además muy bien sincronizado con el clásico de George Gershwin, cosa que no debió de ser nada sencilla dada la riqueza de la pieza. Es el más afortunado empleo de la composición desde Manhattan (1979), la obra maestra de Woody Allen.
También son atractivas las ilustraciones del final del Carnaval de los animales -una divertida ocurrencia con varios flamencos y un yoyó- y de El pájaro de fuego, esta última con una bella representación de la naturaleza. Finalmente, aunque menos brillante, el pasaje abstracto sobre la quinta de Beethoven recuerda al espíritu aventurero del film original.
El resto no está tan logrado, y suele ser porque el empleo de animación por ordenador, que por entonces Disney no manejaba de manera tan virtuosa como su socia Pixar, crea una estética que no es muy atractiva y que está envejeciendo mal. Véase la adaptación de El soldadito de plomo, el cuento de Hans Christian Andersen, como ejemplo paradigmático.
En cambio, asombra comprobar que el único fragmento rescatado del film de 1940, El aprendiz de brujo, conserva intacto su encanto y sigue asombrando por sus cualidades artísticas. Comparado con este, el nuevo segmento protagonizado por el Pato Donald se queda muy lejos de sus logros. Algo similar ocurre con Fantasía 2000: es entretenido, hay momentos brillantes, pero palidece frente a ese hito de innovación y aventura artística que fue Fantasía.