2003: ¿Con qué la lavaré?

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¿Con qué la lavaré?

María Trénor Colomer.
¿CON QUÉ LA LAVARE?
9/10

Categoría: Cortometraje.
Año: 2003.
País: España.
Género: Drama, Fantasía.
Técnica: 2D.
Idioma: Español.
Característica: Sexo, LGTBI, Poético.
Duración: 10 min.
Clasificación por edades: NR-18.

María Trénor Colomer dirigió ¿Con qué la lavaré? a partir de una idea original de Joaquín Ojeda: contraponer la vida de un travestido que se gana la vida con la prostitución con un villancico anónimo del siglo XVI, interpretado aquí por la Capella Reial de Catalunya con dirección de Jordi Savall. La idea es brillante; el guion que firman la directora, Ojeda y Clara Trénor es un acierto; y la narración de María Trénor Colomer es poética y nos obsequia con una sucesión de imágenes poderosas.

Hay en Amanece que no es poco (1989) una idea similar: unos campesinos vuelven de labrar mientras interpretan, perfectamente entonados, una pieza polifónica renacentista. No obstante, si en la obra de José Luis Cuerda el efecto es cómico -por el contraste que genera-, tengo la impresión de que aquí no se trata tanto de explorar la divergencia entre el sonido y la imagen, la no correspondencia de ambos elementos, sino de subrayar los insospechados paralelismos y de apreciar cómo uno y otro se connotan mutuamente.

He aquí los versos del villancico en cuestión:

¿Con qué la lavaré,
la flor de la mi cara?
¿Con qué la lavaré,
que vivo mal penada?

Lávanse las casadas
con agua de limones.
Lávome yo, cuitada,
con penas y dolores.

¿Con qué la lavaré,
la flor de la mi cara?
¿Con qué la lavaré,
que vivo mal penada?

Lávanse las galanas
con agua de limones.
Lávome yo, cuitada,
con ansias y pasiones.

Esas cuartetas heptasilábicas (7a -7b -7a -7b), aparentemente simples y con la estructura repetitiva habitual en estos cantos populares, expresan el dolor de una muchacha que se siente sola por la falta de un amante. Las casadas se lavan con agua de limones, que deja la tez suave a los besos y caricias de su marido, mientras ella sugiera repetidas veces que se lava con las lágrimas de sus ojos, ante la falta, tal vez, de un amor correspondido.

Además, en la cuarta copla, las casadas se han convertido en galanas, es decir, en mujeres atractivas, deseables, lo que quiere decir que ella, no deseada, no correspondida, no cortejada, no se considera «galana».

Las comparaciones con la figura del prostituto en la España de la transición son particularmente interesantes. Más allá de la identificación clara con la figura de la mujer que deriva del travestismo y de las relaciones obvias que propone la parte visual -el protagonista se lava la cara y los dientes tras realizarle una felación a un cliente-, se pueden trazar paralelismos con la desprotección que podía sentir una mujer sin marido en esa época, con la dureza de sus vidas y, naturalmente, con la soledad sentimental que ambos padecen, aunque sea por circunstancias bien distintas.

Por otra parte, a pesar de que la animación muestra limitaciones por cuestiones presupuestarias, la propuesta estética es un acierto. Tras una primera parte que opta por una ilustración cercana al documental, con escenas explícitas de la actividad del prostituto, progresivamente introduce imágenes de corte más artístico o poético, no siempre relacionadas directamente con la vida del personaje, y entremezcla iconos homosexuales, religiosos y hasta militares. La parte final, de hecho, podría interpretarse como un aventurado videoclip posmoderno, sin que por eso pierda nunca de vista su singular hilo narrativo.

¿Con qué la lavaré? fue seleccionado en algunos de los festivales más prestigiosos del mundo, entre ellos Sundance, Annecy y la Berlinale, y situó a María Trénor Colomer como una de las más interesantes cineastas de la escena animada del siglo XXI.

Reseña escrita con la colaboración de Emilio Tadeo Blanco.

Reseña Panorama
Puntación
9
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