David Silverman. Categoría: Película. |
Una película basada en Los Simpson fue una idea de Matt Groening, el creador, desde el inicio de su andadura. Originalmente pensó en realizarla cuando la serie concluyese, pero dado su éxito, tal cosa parecía que no ocurriría nunca. Así que en el 2001 decidió reunir a James L. Brooks y otros productores y guionistas clave para desarrollar el proyecto. Por entonces la era dorada había concluido y el declive artístico de los nuevos episodios empezaba a ser notorio, así que Groening reclutó a quienes escribieron los primeros capítulos y, como director, a David Silverman, que había realizado esta misma tarea en las primeras temporadas de The Simpsons antes de triunfar en Pixar con Monstruos, S.A. (2001).
Las mentes participantes, las de la época clásica de la serie, son las que logran que la película recuerde a sus mejores momentos. No es que sea tan inspirada como los capítulos más memorables -tarea complicada dado que dura cuatro veces más-, pero es bastante mejor que lo que la serie estaba ofreciendo por entonces. De hecho, los primeros quince minutos son una maravilla de ritmo trepidante, prácticamente una sucesión de chistes brillantes que no palidecen ante ningún capítulo televisivo.
El resto de la trama, es inevitable, no logra seguir con ese mismo ritmo ni ser tan divertida, pero mantiene el interés sin dificultad y lo más probable es que satisfaga a los seguidores de la serie, incluyendo los que la descubrieron con los episodios de la primera mitad de los 90.
Desde un punto de vista estético, es esencialmente una prolongación de la serie -cosa que me parece un acierto-, de modo que todo, personajes y fondos, posee el aspecto de siempre o resulta familiar. En cambio, sí se nota que la envergadura del proyecto, el contar con mayor tiempo y presupuesto, permitió que la animación fuese más detallada. Por ejemplo, los personajes tienen sombras y propone juegos con la iluminación o secuencias de acción que la premura de un capítulo semanal hace imposible.
Quizá no contribuya mucho a aumentar la nómina de entusiastas de Los Simpson, pero dudo que alguno de ellos se sienta decepcionado. Además, fue una de las pocas oportunidades de recuperar la mejor versión de la ficción televisiva tras 1998.