Cody Cameron, Kris Pearn. Categoría: Película. |
La segunda parte es tan recomendable como Lluvia de albóndigas (2009) y si no fue igual de bien recibida por la crítica seguramente se debió a que había perdido buena parte del efecto sorpresa. Los padres de la criatura, Phil Lord y Christopher Miller, no ejercieron esta vez ni de guionistas ni de directores -solo figuran acreditados como autores de la historia y productores ejecutivos-, pero sus sucesores en esos dos roles supieron captar bien el sentido del humor del dúo y la estética, lógicamente, es la misma.
El filme comienza justo después de los acontecimientos del primero. La justificación de la trama es que la comida creada por la invención de Flint Lockwood ha cobrado vida. Ese es el gran reclamo: la colección de animales diseñados a partir de comida es una virguería de imaginación y de humor. Los pepinillos, con mejor marketing y en un universo paralelo en el que no se hubiese ya estrenado Gru: Mi villano favorito (2010), tenían potencial para ser un fenómeno cercano al de los Minions. Unos seres, por cierto, que recuerdan a los canadienses en South Park.
El trío de guionistas, por otra parte, estuvo inspirado, de modo que abundan los ingeniosos gags verbales y, sobre todo, visuales. La mayoría sacan un enorme provecho de las criaturas-comida. La pena es que la historia caiga en lugares comunes de la animación apta para público infantil -el protagonista debe aprender a valorar a sus amigos y a su padre, ¡oh, sorpresa!- y que el desenlace, una vez más, deje casi completamente de lado la comedia para sumergirse en una larga secuencia de acción de manual.