Hyeong-yoon Jang. Categoría: Película. |
Son muchos los motivos para recomendar la ópera prima de Hyeong-yoon Jang. El principal es su peculiaridad. No se parece nada a la animación apta para público infantil que contemporáneamente producía Hollywood. Sí tiene puntos de conexión con el anime, aspecto al que volveré más adelante cuando aborde las cuestiones estéticas, pero incluso a los amantes de la animación japonesa seguramente les parezca una propuesta singular. Mezclar surrealismo, ciencia ficción y romance (¿post?) adolescente no es algo que uno ve habitualmente.
La chica satélite y el chico vaca comienza de manera muy prometedora. Un satélite surcoreano encargado de fotografiar el país decide poner rumbo a la Tierra porque oye la canción de un chico. Una vez allí descubre que este ha sido transformado en una vaca lechera porque le han roto el corazón y recibe la ayuda del mago Merlín, que resulta ser un rollo de papel higiénico antropomórfico que extrae sus poderes de lanzar tiras de ese mismo papel. La chica satélite adopta el aspecto de una adolescente pero puede lanzar su brazo como un arma, propulsarse por los pies y separar su cabeza del cuerpo. Él, gracias a la magia del rollo de papel higiénico, dispone de un traje de humano con cremallera por detrás, de modo que puede modificar su aspecto -o enorme vaca o su anterior forma humana-.
Si te parece que nada de esto tiene mucho sentido es porque es así y en eso reside buena parte de su encanto inicial. Hay escenas muy divertidas recorridas por un toque de humor disparatado y uno tiene la sensación de estar ante una película diferente, que se esfuerza por alejarse de las tendencias predominantes.
La pena es que, en adelante, esos singulares ingredientes se desarrollan de un modo un tanto previsible. Peor aún, da la sensación de que acaba por ajustar a la fórmula del romance adolescente con elementos sobrenaturales que tantas veces hemos visto en el anime, por ejemplo. Eso no quita que posea cierta personalidad y que, globalmente, sea una película satisfactoria, pero diluye notablemente su encanto inicial.
A esa sensación de ocasión perdida contribuye también que la estética sea un calco del estándar del anime contemporáneo. Si no supiéramos que es una producción surcoreana, pasaría sin problema por una creación japonesa. Imagino que fue una decisión deliberada, para facilitar la carrera internacional de la cinta, pero hubiera sido más estimulante descubrir el enfoque artístico de Hyeong-yoon Jang también para la parte visual, no solo la narrativa.