Keiichi Hara. Categoría: Película. |
Keiichi Hara se pasó una década dirigiendo películas de la saga Shin Chan hasta que, llegada la oportunidad, pudo demostrar que era un buen director capaz de narrar con sensibilidad en proyectos personales como El verano de Coo (2007) y, sobre todo, en Colorful (2010). Esa ascendente trayectoria artística continuó con esta adaptación del manga homónimo escrito e ilustrado por Hinako Sugiura que se centra en Katsushika Ōi, destacada artista que vivió a la sombra de su padre, el popular pintor y grabador Katsushika Hokusai, autor de ‘La gran ola de Kanagawa’.
El cineasta japonés convierte también a Ōi en la protagonista del film. Son muchas las escenas en las que vemos a su padre dibujar o reflexionar sobre el arte pictórico, pero el énfasis está puesto en cómo ella crece en un entorno que, a la vez, alienta su creatividad -al fin y al cabo puede ver trabajar a un maestro- y la menosprecia -su padre critica sus fallos y evidencia su falta de madurez artística en más de una ocasión-.
También pone el acento Hara en la compleja relación de ambos, pues Hokusai es retratado como un hombre con escasas habilidades paternas y sin apenas sensibilidad a la hora de tratar a su hija mayor. En ese sentido, son paradigmáticas las escenas con la hermana pequeña ciega, de la que el padre se despreocupa, pero con quien Ōi mantiene una relación que inunda la pantalla de ternura cada vez que comparten escena.
Visualmente, Miss Hokusai es una delicia que, entre otros aciertos, anima algunas de las pinturas de ambos artistas. Hay por supuesto una reinterpretación de la famosa ola, pero también de otras muchas obras, incluyendo las que ilustran dragones, geishas, demonios o arte erótico. Hablando de erotismo, asistimos a una divertida escena en la que Ōi tiene una ocurrencia para mejorar en ese ámbito. No es un acierto aislado: el humor en una constante a lo largo del metraje a pesar de su trasfondo dramático.
Esa decisión da pie a uno de los aspectos más interesantes del film: cómo introduce elementos fantásticos en un contexto realista. Además de la inquietante escena de la cabeza que sale del cuerpo, hay una secuencia en tres partes a partir de una pintura del infierno que resulta particularmente deslumbrante. En el universo del filme, esos dibujos están vivos y es precisa una mano maestra, como la de Hokusai, para que no “causen problemas”. Es posible que sea la manera de mostrar hasta qué punto es importante su arte para ellos.
Otros dos aspectos positivos de la cinta son lo bien que funciona su estructura episódica y que Keiichi Hara evite caer en los clichés del ‘cine de época’, empezando por su elección de música y por su atrevido plano final, que quizá quiera subrayar los paralelismos entre el periodo Edo y la actualidad.