2018: El regreso de Mary Poppins (Mary Poppins Returns)

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El regreso de Mary Poppins (Mary Poppins Returns)amazon Disney+

Rob Marshall.
EL REGRESO DE MARY POPPINS.
8/10

Categoría: Película.
Guion: David Magee.
Año: 2018.
País: Estados Unidos.
Género: Musical, Fantasía.
Técnica: Mixta, 2D.
Estudio: Walt Disney Pictures; Duncan Studio (animación); Framestore, Cinesite Animation, Luma Pictures (efectos visuales).
Idioma: Inglés.
Característica: Imaginativo, Familia.
Duración: 2h 10min.
Clasificación por edades: Todas las edades.
Streaming: Disney+.

La que nos ocupa es una película estupenda, imaginativa y encantadora que incluye numerosas escenas memorables. Es una propuesta muy recomendable para espectadores de todas las edades e inusual en el panorama contemporáneo de las producciones de Hollywood aptas para público infantil: nada que ver con la animación 3D por ordenador que predomina. Si a pesar de todo no acaba de resultar redonda es porque existe el precedente de Mary Poppins (1964), uno de esos prodigios del séptimo arte que aúnan un enfoque comercial con interés artístico. En aquel clásico dirigido por Robert Stevenson todos los elementos encajaron para crear una obra intemporal. Sencillamente, era muy difícil reproducir esa confluencia de aciertos sesenta años después.

Por lo pronto, aunque Emily Blunt y Lin-Manuel Miranda están muy bien como la niñera y el farolero -en el mismo rol que el deshollinador-, no alcanzan la casi mágica adecuación a sus personajes de Julie Andrews y Dick Van Dyke. De hecho, este último tiene un cameo que incluye un baile encima de una mesa a sus 91 años en el que eclipsa a más de un compañero de reparto. Estos últimos, todo hay que decirlo, no tenían un precedente al que parecerse, así que quizá esté juzgando injustamente el trabajo de Blunt y Miranda.

También ocurre que a buena parte de las escenas más logradas se les encuentra fácilmente un equivalente en el filme original: véase la protagonizada por los faroleros, claramente inspirada en el baile de los deshollinadores en la azotea. A eso se suma que las canciones, aun siendo estimables, no son tan brillantes como las mejores de Mary Poppins. ¡Ah!, y no era la primera vez que el desenlace de una producción de Disney incluye el Big Ben: ya recurrieron al famoso reloj en Basil, el ratón superdetective (1986), y de manera bastante más efectiva.

En fin, a pesar de que esta nueva versión se rodó también en localizaciones reales de Londres y no enteramente en un estudio, da sin embargo la sensación de ser más artificial. Parece que la de imitación es esta y no la primera.

Solo hay un apartado en el que esta continuación sí es tan satisfactoria: la secuencia de animación, que por suerte partió de dibujos a mano sobre papel. Es algo más larga y la integración de actores de carne y huso con personajes animados está mejor conseguida -lógico en vista del más de medio siglo de progreso tecnológico que separa una y otra cinta-. Recupera los pingüinos, los sitúa en un contexto de animales antropomórficos, como tantas veces en la filmografía de Disney, y produce una similar sensación de asombro, de que todo es posible en un mundo animado.

Eso sí, como el estudio había desmantelado su unidad de animación tradicional, esos fragmentos fueron encargados a Duncan Studio, con dirección de Jim Capobianco, supervisión de Ken Duncan y la participación del experimentado animador James Baxter. Al menos Disney y Pixar cedieron al proyecto casi un centenar de artistas especializados en 2D, así que algo de talento para la animación tradicional sí quedaba en casa.

Reseña Panorama
Puntación
8
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