2019: On-Gaku: Our Sound (Ongaku)

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Kenji Iwaisawa.
ON-GAKU: OUR SOUND (ONGAKU).
9/10

Categoría: Película.
Guion: Kenji Iwaisawa.
Año: 2019.
País: Japón.
Género: Comedia, Musical.
Técnica: 2D, Anime, Rotoscopia.
Idioma: Japonés.
Característica: Música, Aventurado, Experimental.
Duración: 1h 17min.
Clasificación por edades: NR-12.

La ópera prima de Kenji Iwaisawa es una adaptación del manga que Hiroyuki Ohashi autopublicó en el 2005 y fue financiada gracias a una campaña de mecenazgo en internet que logró recaudar 4,1 millones de Yenes. El camino independiente que siguió hasta ver la luz seguramente explique buena parte de la singularidad estética y narrativa de una de las obras más personales que surgieron durante la década en la industria japonesa de la animación.

Por lo pronto, su apartado visual se aleja considerablemente del estándar comercial del anime. Si acaso, guarda algún punto de conexión con la línea de sencillez en personajes y fondos emprendida por Isao Takahata en Mis vecinos los Yamada (1999) y El cuento de la princesa Kaguya (2013), solo que aquí el director dispuso de bastante menos presupuesto. En cualquier caso, el diseño de los personajes es un acierto y los fondos artesanales, entre dibujo con lápices y acuarelas, son encantadores.

Además, el director introduce varios llamativos pasajes de rotoscopia con una estética bien distinta y hasta figuran pasajes en los que se nota clara y deliberadamente el trazo de los lápices. La estética predominante y la de esos pasajes es muy distinta, no hay ningún esfuerzo de lograr un conjunto coherente, pero aún así todo encaja. Esos fragmentos que se desvían del aspecto general suelen ser los mejores. Pienso en la imaginación de Morita cuando escucha por primera vez el primitivo rock de la banda protagonista; o en el apoteósico clímax roquero encima del escenario.

On-Gaku: Our Sound es también sobresaliente desde un punto de vista narrativo. El tempo suele ser pausado, contemplativo, e Iwaisawa se atreve incluso a elegir como protagonista a un personaje que se puede pasar diez o hasta veinte segundos sin hablar ni realizar movimiento alguno. Leído no parece gran cosa, pero visto en la pantalla llama la atención. El caso es que es una eficacísima manera de definir al personaje, tanto como la interpretación del actor Shintarô Sakamoto. Además, me ha parecido muy creativo su empleo del fuera de campo, como en esa persecución de un ladrón que transcurre casi enteramente ajena a nuestros ojos pero sirve para centrar la atención en el evento que cambiará el curso de los acontecimientos para el trío central.

Por último, está la parte musical, que es asimismo excelente. Lo afirmo, en parte, porque la música que interpreta la banda inexperta es lo suficientemente básica al inicio como para que resulte creíble pero también interesante desde un punto de vista artístico. Lo afirmo igualmente porque las piezas que suena son todas estupendas. Finalmente, lo afirmo porque está empleada de manera creativa, como cuando una música diegética -una canción interpretada sobre el escenario- sirve también de banda sonora no diegética para otra acción que transcurre paralelamente. Y por supuesto, la canción final es tremenda y solo por esa secuencia ya merece la pena ver el largometraje.

Me ha recordado a la impresión que produce ver el primer largometraje de otros personales directores japoneses, como el de Satoshi KonPerfect Blue (1997)- o el de Masaaki YuasaMind Game (2004)-.

Reseña Panorama
Puntación
9
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