Hiroyuki Imaishi. Categoría: Película. |
Promare fue una de las sensaciones del 2019. Relativo éxito de taquilla, generalmente alabada por la crítica, seleccionada en el Festival de Annecy y nominada en los Premios Annie en la categoría de Mejor película independiente -la edición en la que ganó ¿Dónde está mi cuerpo?-: no está nada mal lo que consiguió. Y no me extraña. Es una película muy atractiva con momentos brillantes.
Lo primero que llama la atención -se podía advertir ya en el trailer, incluso solo con ver el cartel- es su peculiar y colorida estética. Supongo que el mérito estará compartido entre Tomotaka Kubo, director de arte; Shigeto Koyama, diseñador de los personajes y de los mecha; y Hiroyuki Imaishi, el director; pero el caso es que es un festín para la vista. Forma parte de esa vertiente que se aparta de las tendencias mayoritarias y más comerciales del anime, como buena parte de la filmografía de Masaaki Yuasa, por ejemplo.
A eso se suma su curiosa combinación de 2D y 3D. En la mayor parte de los casos se puede advertir si se trata de una u otra técnica, y quizá esa combinación no agrade a espectadores acostumbrados a propuestas más convencionales, pero la convivencia está muy lograda y da lugar a un universo compartido. Esa mezcla, que tantos animes ha arruinado, resulta aquí enriquecedora.
Por otra parte, aunque es más interesante desde un punto de vista estético que narrativo, este último aspecto tampoco está nada mal. Hiroyuki Imaishi y el guionista Kazuki Nakashima habían trabajado antes en las series Gurren Lagann (2007) y Kill la Kill (2013): esta obra supera a ambas. De hecho, la premisa de la que parte es muy sugerente, su ambientación futurista resulta verosímil, las escenas de acción resultan espectaculares y, en general, está muy bien contada.