Konstantin Scherkin. Categoría: Película. |
Ginger’s Tale posee dos buenas bazas. Una es que recupera el espíritu de los musicales fantásticos del Disney del renacimiento, ese sentido de la aventura que convirtió en clásicos prácticamente instantáneos a buena parte de la filmografía del estudio de 1989 a 1999. Otra cosa es que este film no posea la misma ambición artística ni pueda replicar la escala de las superproducciones de la compañía del ratón. La segunda es su estética, que también remite a los clásicos de Disney, solo que con una bienvenida influencia del folclore ruso. La dirección artística de Vasily Krasnikov dota a la película de atractivos diseños de personajes y fondos. No es que sea una propuesta especialmente personal, pero tampoco tiene uno la sensación de ‘déjà vu’.
También es un acierto el personaje central, esa memorable niña y luego adolescente llamada Ginger, una de esas creaciones valientes, alegres y bondadosas por las que es imposible no sentir simpatía. Y no está nada mal tampoco la villana, una reina codiciosa que envejece y rejuvenece -en ese aspecto recuerda a la protagonista de El castillo ambulante (2004), la maravilla de Hayao Miyazaki-, ni su compinche, OUPS, un genial inventor. Finalmente, son interesantes la música, incluyendo la de la peculiar banda del pueblo, y la estupenda escena de la danza. [La canción final, en cambio, es un ejemplo de como las pretensiones comerciales pueden arruinar el que, por lo demás, hubiera sido un buen desenlace].
Lástima que la narración del film no siempre sea igual de satisfactoria. Junto a escenas de acción espectaculares y otros logros puntuales, tenemos también cambios de comportamiento en algunos personajes no siempre bien justificados por la trama, cosa que se nota especialmente en el personaje masculino protagonista, Potter: es difícil ponerse de su lado en buena parte del metraje.
Por otra parte, es curioso hasta qué punto coinciden elementos con ‘El yesquero’, el cuento de hadas de Hans Christian Andersen. Aquí no hay un encendedor sino algo muy similar, una “piedra de fuego”, pero también puede invocar a tres perros, cada uno de los cuales da monedas de bronce, plata y oro. Por supuesto, puede ser que ese aspecto de la trama esté tomado de las muchas variantes del cuento transmitidas en diversas partes del mundo, pero remite al mismo cuento, eso seguro. En cualquier caso, bien está que así sea, porque conecta Ginger’s Tale con uno de los primeros largometrajes animados, el danés Fyrtøjet (1946), dirigido por Svend Methling.