Aurel. Categoría: Película. |
Febrero de 1939. Tiempos convulsos en Europa y, muy pronto, en todo el mundo. Es la época del auge de los fascismos que desembocará en la Segunda Guerra Mundial, y de la victoria de Franco en España, que obliga a exiliarse a más de un millón de españoles. En ese punto de la historia comienza la narración de Serge, un anciano en el final de sus días que decide contarle a su nieto el encuentro más extraordinario de su existencia, el que vivió con Josep Bartolí en uno de los campos de concentración instalados en el sur de Francia para contener la llegada masiva de refugiados españoles.
Josep es una obra especialmente atractiva por su experimental estética, relativamente inusual incluso en el ámbito de la animación alternativa no apta para público infantil. En algunas de las primeras escenas la animación limitada chocará a quienes estén acostumbrados a las producciones comerciales, y seguramente eso tenga que ver con cuestiones presupuestarias y no con una elección artística, pero incluso en esos pasajes la estética es muy seductora. Por otra parte, esa animación limitada, aun sin ser ideal, no resta fuerza al relato ni provoca que sus duras imágenes impresionen menos.
En cualquier caso, en este caso lo esencial no es tanto la animación como la riqueza de estilos, estéticas y texturas. Tenemos las escenas que ocurren en el presente de la ficción, en el momento en el que el narrador cuenta la historia, que desarrollan una línea clara cercana al estilo de los cómics de Aurel. Luego están las escenas de los flashbacks, de 1939 a 1945, con una estética más próxima a un esbozo, con un estilo más crudo, creo que a medio camino entre el trazo de Aurel y el de Josep Bartolí. Y finalmente tenemos los numerosos momentos en los que vemos los dibujos que el exiliado español realizó durante su estancia en el campo de concentración, que logran extraer una rara belleza de la crueldad, de la injusticia, del sufrimiento, de la miseria extrema.
Esos dibujos están muy bien integrados en la trama, de modo que prácticamente es como si viéramos el campo a través de su mirada de artista y víctima al mismo tiempo. Hay por ejemplo escenas que contraponen la estética predominante en el film con los dibujos de Bartolí, pero son solo dos interpretaciones de un mismo lugar, dos visiones artísticas que dialogan. El efecto es particularmente sugerente cuando sabemos que Aurel, más allá de las imágenes de archivo que pudiera encontrar, tuvo necesariamente que basarse en esos dibujos del artista español para ilustrar el campo de concentración.
Finalmente, hay una excelente secuencia onírica que emplea un pasaje del cortometraje abstracto Sous la canopée, dirigido por Bastien Dupriez, y las escenas que ilustran el taller del Josep Bartolí anciano están realizadas a partir de pinturas de Magí Puig, así que el film está muy bien documentado y exhibe una brillante hetereogeneidad a pesar de la cohesión del conjunto.
Acabado ya el análisis de la parte estética, que es el apartado en el que es lógico que mejor se desenvuelva Aurel, ocurre que Josep es muy interesante también desde un punto de vista narrativo y argumental. El realizador francés era casi debutante como director -solo tiene un cortometraje en su filmografía-, pero maneja muy bien el ritmo del film, alterna con eficacia las dos líneas temporales y se revela como un excelente director de actores. Cierto que si cuentas con Sergi López, David Marsais o Valérie Lemercier, sobre todo si interpretan convincentes diálogos de Jean-Louis Milesi, es más probable que el resultado sea satisfactorio, pero es que están todos bien, incluyendo cada secundario. Milesi, por cierto, es el guionista habitual del cine de Robert Guédiguian, lo que explica que el guion sea excelente: las cintas socialmente comprometidas, además, son una de sus especialidades.
Josep recupera una de las épocas más oscuras de la Europa del siglo XX, cuando muchos europeos, tristemente, se dedicaban a matarse entre ellos. El film, en cambio, es una coproducción entre Francia, Bélgica y España, con actores de varios países, director y guionista francés y compositora española; y en el que se hablan cuatro idiomas. Es más, a pesar de ser una producción mayoritariamente francesa, recuerda y denuncia uno de los episodios más vergonzoso de Francia, quizá porque es la manera más eficaz de evitar que esos comportamientos se repitan ahora que proliferan de nuevo sentimientos ultranacionalistas. Cierto que la Unión Europea es imperfecta y hay mucho que mejorar, pero la que ha hecho posible esta obra, la que ha unido talento de diversas partes del continente, es una Unión Europea que merece la pena apoyar.