2021: Le mont Fuji vu d’un train en marche

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Le mont Fuji vu d'un train en marche

Pierre Hébert.
LE MONT FUJI VU D’UN TRAIN EN MARCHE.
8/10

Categoría: Película.
Guion: Pierre Hébert.
Año: 2021.
País: Canadá.
Género: Documental, Vanguardia.
Técnica: Mixta, 2D, Animación Sobre Película, Rotoscopia.
Idioma: Japonés, Inglés.
Característica: Experimental, Abstracto, Viaje, Poético.
Duración: 1h 21min.
Clasificación por edades: NR-7.

“Se trata de una meditación poética y animada sobre las impresiones que me han dejado dos viajes a Japón, en 2003, y luego en 2018. En los dos casos, me traje imágenes y sonidos además de grabaciones de mis interpretaciones, especialmente aquella con el bailarín y coreógrafo Teita Iwabushi, cuya representación es uno de los hilos conductores del film. No hay un relato propiamente dicho, sino una construcción formal, sonora y visual apoyada en un acercamiento multidisciplinar que enlaza caligrafía, danza y grabado sobre película”. Así presenta Pierre Hébert Le mont Fuji vu d’un train en marche (el monte Fuji visto desde un tren en marcha), undécima entrega de la serie Lieux et Monuments (lugares y movimientos).

Se trata de un largometraje vanguardista y experimental, con una narración nada convencional, contemplativa, que a menudo se toma varios minutos en mostrar una imagen casi estática o, en todo caso, en la que no parece estar ocurriendo nada particularmente revelador salvo que uno se fije bien. En fin, la clase de obra que seguramente solo aprecien cinéfilos acostumbrados a las propuestas autorales más singulares y a los amantes de la animación alternativa.

La animación es igualmente experimental y cumple dos roles principales. Uno es ilustrar el sonido captado en su viaje, como el bullicio de las calles y los mercados o las conversaciones mezcladas del que parece ser un vagón restaurante. Es animación abstracta creada al rasgar directamente sobre los fotogramas, casi siempre en blanco sobre fondo negro.

El otro es modificar, casi siempre sutilmente, las imágenes documentales, de modo que Hébert añade trazos o traza la silueta de objetos y personas a modo de peculiar rotoscopia. Este último recurso le sirve también de transición, pues esas siluetas suelen permanecer cuando las imágenes funden a negro y comienza un pasaje enteramente abstracto o pasa a otra escena documental. Es interesante y, de nuevo, solo apto para espectadores que disfruten con la más experimental vertiente del medio.

Por otra parte, en un momento vemos cómo realiza los grabados sobre película, imagen documental que aprovecha para emprender una de sus minimalistas rotoscopias, de modo que se anima a sí mismo mientras anima. Finalmente, en la parte final dedica una secuencia a mostrar sus dibujos de la naturaleza local y en todos los casos muestra el dibujo y la imagen que lo inspiró.

El crítico Louis-Jean Decazes escribe lo siguiente en su excelente análisis para la revista 24 images: “Con Le mont Fuji vu d’un train en marche, el teórico de la ‘idea de la animación’ y de la ‘expresión experimental’ (dos conceptos a los que este objeto fílmico da cuerpo a su manera) se ha permitido una deambulación meditativa al pie del célebre Fujiyama y sus alrededores. (…) Verdadera escapada onírica, abraza primero el desafío del diario filmado y adopta por tanto la postura del cuaderno de viaje. La cámara de Pierre Hébert, discreta pero constantemente atenta al más mínimo movimiento, se inmiscuye de un modo directo y cercano en el cotidiano de las poblaciones urbanas que filma con motivo de sus peregrinaciones. Más que desarrollar una intimidad real con aquellos que su aparato capta -no es su objetivo, recordémoslo-, el maestro se detiene largamente sobre los aspectos de la vida urbana como los peatones o los comerciantes locales. Estos ‘instantes de vida’ permiten al cineasta ‘deconstruir’ los barrios que recorre para revelar sus dimensiones escondidas”.

Reseña Panorama
Puntación
8
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