Nikita Diakur. Categoría: Cortometraje. |
Nikita Diakur llevaba ya unos años instalado en su propio universo animado con cortos tan personales y memorables como Ugly (2017) o Fest (2018), dos brillantes ejemplos de feísmo en la animación 3D. Pues bien, con esta tercera creación sigue transitando su inconfundible recorrido cinematográfico y yo diría que se aleja aún más de las obras de sus contemporáneos. Habría que inventar un subgénero para él.
Backflip es muy interesante por varios motivos. Por lo pronto, aunque incluye muchos elementos de ficción, se podría también defender que es un documental. En cualquier caso, se sitúa en un terreno híbrido. Por otra parte, bebe de la estructura tradicional con tres actos -también aquí se pueden identificar una introducción, nudo y desenlace-, da la sensación de optar por una narración completamente libre, más cercana a las necesidades del aprendizaje de máquinas que de la narración.
Además, si en sus anteriores cortos quedaba claro que se trata de animación y difícilmente se podía discutir tal afirmación, aquí sí difumina con éxito el debate de qué es y qué no es animación. Que suscite esa reflexión es siempre bienvenido. Que estuviese incluido en la Sección oficial del Festival de Annecy 2022 inclina la balanza hacia la consideración de pieza animada.
Finalmente, el protagonista es un avatar digital creado a partir de la imagen y la voz de Nikita Diakur. No hay forma de confundirlo con un verdadero humano. Es más, el autor se empeña en alejar esa tentación al redoblar su apuesta por el feísmo o mostrar los comandos en pantalla. Tampoco es exactamente un artificio que estemos acostumbrados a aceptar, como en el caso de los personajes de dibujos animados y de 3D por ordenador o los muñecos en el stop motion… Aquí tenemos un ser de aspecto inquietante, cuyos movimientos se parecen poco a los de una persona, pero aún así nos ponemos enseguida de su parte y queremos que haga una voltereta hacia atrás.
Diakur consigue, en definitiva, que el aprendizaje de ese avatar digital sea el nuestro, el de todo ser humano. Consigue que simbolice el deseo de superación y de aprendizaje que ha caracterizado la humanidad desde que se puede hablar de humanidad.
No está nada mal lo que logra en solo 12 minutos. ¡Ah!, y encima lo hace con sentido del humor. En el fondo, esto es una comedia.