CAGASTER OF AN INSECT CAGE (MUSHIKAGO NO CAGASTER).
5/10
Cagaster of an Insect Cage adapta el manga de Kachō Hashimoto, publicado del 2015 al 2016 en la revista Comic Ryu. Imagina un mundo futuro en el que, debido a una enfermedad, algunos hombres se convierten en insectos gigantes que devoran humanos. Por supuesto, es una variante de las personas que se convierten en demonios o son poseídos por ellos, uno de los temas más queridos del manga y del anime: sin ir más lejos, Netflix obtuvo notable éxito con esa premisa en Devilman Crybaby (2018), de Masaaki Yuasa.
No conozco el manga, pero del anime sí puedo afirmar que, a pesar de sus aspectos interesantes, resulta insatisfactorio e irregular. Su estética, realizada en 2D con ordenadores, no es precisamente atractiva. Cierto que parte de su fealdad seguramente sea deliberada, pues retrata una horrible sociedad controlada por ejércitos, fuertemente militarizada, que parece haber retrocedido a la edad media en su modo de vida a pesar de los avances tecnológicos. Tampoco el diseño de personajes es particularmente memorable. En cambio, las imágenes de enormes ciudades convertidas en sobrepoblados nidos de insectos son un acierto.
Lo mejor de la serie son sus personajes, especialmente el exterminador Kidow, la misteriosa adolescente Ilie, el militar bondadoso Qasim y, sobre todo, la extravagante señora Mario. Habrá también quien disfrute con sus escenas de acción, pero me temo que yo no comparto el entusiasmo porque las he visto muy similares -y mejor realizadas- en otras propuestas.
Lo peor son las inconsistencias en las actitudes de algunos de esos personajes -¡Kidow hasta intenta violar a Ilie en uno de los primeros capítulos y luego su relación sigue como si nada!- y los diálogos, que caen a menudo en el lugar común. También repiten un cliché de las series de acción: los personajes siguen hablando como si nada en plena batalla a vida o muerte, y frecuentemente lo que dicen o es obvio o resulta increíble en ese contexto. Si hasta oímos a un personaje que le dice a otro “basta ya de charla y acaba ya”: me divierte pensar que lo metió un guionista riéndose de sí mismo o de toda la producción.