Gitanjali Rao. Categoría: Película. |
La rosa de Bombay fue realizado durante año y medio, con pintura a mano, fotograma a fotograma, por ordenador. Una suerte de pintura animada digital que, no obstante, logra una llamativa estética más cercana a la artesanía del dibujo a mano sobre lienzo que a lo que uno imagina cuando piensa en pintura digital. En ciertos casos, hasta parece que notamos la textura del pincel. En fin, maravillas del progreso de la técnica.
Lo importante, en cualquier caso, es que la parte visual es muy atractiva, con una expresiva paleta de colores que saca enorme partido del colorido de Bombay. Las escenas de los mercados callejeros son particularmente bellas y las ensoñaciones de los protagonistas son visualmente deslumbrantes. Además, hay varios pasajes, que juegan con la memoria de uno de los personajes, Ms. D’Souza, en los que el color va progresivamente desapareciendo y el blanco y negro se apodera del plano: el contraste es muy efectivo.
Por seductora que sea la estética, lo mejor de La rosa de Bombay es el guion y la narración de Gitanjali Rao. Lo primero, por la cantidad de cuestiones que aborda: la pobreza, el trabajo infantil, la importancia de la educación, la tensión entre religiones, el machismo, el Conflicto de Cachemira… También es muy interesante su manera de mostrar el cine de Bollywood a la vez como una forma de evadirse y como un modelo al que aspirar, aspecto que interviene en la trama de la manera más inesperada. Por otra parte, logra introducir el lugar común por antonomasia del cine romántico, el beso bajo la lluvia, de un modo admirablemente original.
Finalmente, como directora, junto con su sensibilidad, lo que me ha parecido más acertado es su uso de música. Hay, a lo largo de la película, numerosos y recurrentes interludios musicales. Son pasajes en los que aparentemente no está ocurriendo nada y en los que invariablemente suena la misma pieza, a modo de leitmotiv: la canción del cementerio, la de las fantasías cinematográficas…
Por otra parte, es muy inteligente y creativo su empleo de música diegética -la que está sonando también en la ficción de la película-, como cuando algunas escenas de acción están acompañadas por la banda sonora de un grupo de percusión callejero, o cuando en la escena climática recurre a una interpretación de Caetano Veloso de ‘Cucurrucucú Paloma’, que suena en un tocadiscos y cuya letra se adapta asombrosamente bien a lo que estamos viendo. Esta es solo una de las muchas buenas canciones que Gitanjali Rao incluye en la estimulante banda sonora.