Julie Delpy. Categoría: Película. |
En su anterior film, Dos días en París, Julie Delpy abordó el complicado asunto de las relaciones amorosas. Lo hizo con humor, en un tono y con un ingenio no muy lejanos del mejor Woody Allen. En El Skylab mantiene un enfoque similar pero ocupándose de otra de las grandes instituciones sociales, la familia.
Delpy, una directora cada vez más interesante, sitúa la acción en un fin de semana familiar en el campo. No se puede hablar de personajes protagonistas y secundarios. El personaje principal es una heterogénea familia, el conjunto que forman sus miembros una vez reunidos. Les vemos reencontrándose, preparando la comida, comiendo, jugando, discutiendo, saliendo de fiesta, reconciliándose…, en definitiva, disfrutando de su compañía a pesar de todos los pesares.
La inteligencia y acierto de la cineasta francesa radican en adoptar un tono de comedia ligera, de aparente pasatiempo sin más, para hablar de asuntos serios casi sin que uno se dé cuenta. La relación entre hermanos, la difícil convivencia de ideologías, las secuelas de la guerra, la enfermedad mental, las canciones como elemento identitario de las diferentes generaciones…, son algunos de los temas importantes tratados. Bueno, esos y el amenazador Skylab, la estación espacial estadounidense que cayó sobre la tierra en 1979, año en el que está ambientado el film. El resultado es una suerte de versión humorística de Éric Rohmer o una comedia a la italiana, pero afrancesada.
La mirada de Delpy no es edulcorada, ni nostálgica, de modo que no pasa por alto las miserias familiares. Ahora bien, es una visión amable, predominantemente optimista y que muestra amor y comprensión incluso por los más discutibles personajes. Descubrimos algunas de las negruras de la familia, sí, pero también su fuerza unitaria y su función social. Particularmente atractivas son todas las escenas dedicadas a los pequeños de la familia, esos niños que, ajenos a las ideologías y debilidades de sus padres, descubren el mundo con ojos maravillados y están contentos simplemente por poder pasar tiempo juntos. Sorprende lo bien que la adulta directora capta el punto de vista de la niñez: basta con fijarse en la brillante secuencia de la discoteca.