Will Becher y Richard Phelan. Categoría: Película. |
Segunda película protagonizada por la oveja que Nick Park presentó al mundo en su tercer cortometraje de Wallace y Gromit: A Close Shave (1995). Desde entonces, el animal en cuestión ha igualado en popularidad a la franquicia de la que surgió y ha expandido sus redes a series, películas, videojuegos, musicales y hasta parques temáticos. Esa es justamente una de las pequeñas limitaciones de este film, que en ocasiones parece más una forma de seguir alimentando la popularidad de la saga que una historia que contribuya a desarrollar el personaje de la oveja Shaun.
Por supuesto, el cine es una industria y la existencia de este segundo film se debe al éxito de la franquicia y del film precedente, La oveja Shaun La película (2015), pero ese primer largometraje, además de ser una maravilla, sí iluminaba nuevos aspectos del cuadrúpedo y del resto de la tropa. En cualquier caso, aunque la película que nos ocupa esté algo menos lograda que su predecesora, es otra delicia de stop motion cuya producción, diseño de personajes y animación son de primer nivel, como de costumbre en Aardman.
La película mantiene la tónica de la saga de prescindir de diálogos inteligibles y de basar su comicidad en el slapstick y todo tipo de gags visuales. En ese sentido, es otro festín para los ojos repleto de ingenio. Solo puntualmente asistimos a escenas algo más tontas, o innecesarias, como la que transcurre en un supermercado -aunque tampoco en esa falten las ocurrencias divertidas-. Eso sí, aquí en más de un momento esa renuncia a los diálogos resulta más forzada, porque son varias las escenas protagonizadas por varios humanos en las que lo natural sería que hablasen, como ocurre con los cortos de Wallace y Gromit.
Por lo demás, Aardman nos vuelve a obsequiar con una adorable criatura, el extraterrestre que visita la Tierra. Es tan encantador que podría protagonizar su propia serie, siguiendo con la dinámica de la franquicia. Tampoco faltan las referencias a otras obras de ciencia ficción, como Una odisea del espacio, Encuentros en la tercera fase, E.T. el extraterrestre, Men in Black, Expediente X y alguna más que se me habrá escapado. Pero, de nuevo, ese recurrente uso de parodias es un síntoma de la debilidad argumental de la cinta. Se echa un poco de menos la época en la que Aardman y Nick Park creaban sus propios universos en lugar de parodiar los ajenos.
¡Ah!, y que nadie quite la película antes de que acaben los títulos de crédito, porque hay un gag al final.