Patricio Plaza. Categoría: Cortometraje. |
Es notable el atrevimiento de Patricio Plaza en Carne de Dios, obra ambientada en algún lugar de las montañas de México, en el siglo XVII. No lo digo tanto por su crítica mirada a la evangelización de curas y frailes en la colonización española de América como por las decisiones estéticas y narrativas que toma en el memorable clímax.
Que la suya no es una visión complaciente de la Iglesia católica queda claro desde el inicio, cuando un fraile pega a una niña indígena y, ante la mirada aterrada de esta, realiza un gesto lascivo. Acto seguido, trae caer enfermo, es llevado por su discípulo hasta la casa de una curandera, que realiza el un ritual indígena. La inspirada elección de la escena inicial revela entonces su porqué: la antipatía que nos ha producido el protagonista tiene que convivir ahora con nuestra humana preocupación al ver a ese mismo personaje, vulnerable, luchar por su vida. Máxime cuando el ritual en cuestión le provoca unas terribles alucinaciones que le sumen en un entorno de pesadilla.
Es ese pasaje repleto de imágenes alucinógenas el que convierte a Carne de Dios en una obra tan interesante. En parte, porque ofrece una sucesión de imágenes poderosas, sorprendentes, de esas que se quedan grabadas en la mente una larga temporada. La estética y la animación resultan particularmente fascinantes durante esos minutos. En parte, porque se atreve a deformar la iconografía religiosa hasta tornarla en un ente terrorífico. Esa figura materna gigante y monstruosa es uno de los grandes hallazgos de uno de los cortos más recomendables del 2022.