Entrevista a Aleix Pitarch

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Aleix Pitarch es el director de Orders (2020), interesantísimo cortometraje que descubrí al verlo listado en la Selección oficial del prestigioso festival Animafest Zagreb. No conocía a su autor, así que me dediqué a revisar su página en Vimeo para ver qué había realizado antes. Menos mal que lo hice: es uno de los más personales y experimentales creadores de animación de la escena contemporánea. Finalmente pude también ver el corto seleccionado en Zagreb y acabó de confirmarme su talento y singularidad. Dado que es mi gran descubrimiento de lo que llevamos de año, le he enviado algunas preguntas por correo electrónico que ha tenido a bien contestar.

¿Qué animación te gustaba especialmente cuando eras pequeño?

De pequeño vi bastante variedad en animación. Lo que menos vi de niño fue material de Disney, pero vi bastante animación europea, japonesa, etc. También pertenezco a la generación que vio Akira infinidad de veces en VHS.

Estudiaste cine en la ESCAC. ¿Tuviste alguna asignatura de animación? ¿Qué tal fue esa etapa académica?

Cuando yo estudié en la ESCAC, hace ya muchos años (soy de la 5a promoción, me gradué en 2002 o 2003) no había asignaturas de animación. Sí que hicimos una optativa o algo parecido, pero me acuerdo que era una cosa rara compartida con alumnos de otras facultades, pocas horas y de nivel bastante básico. En la ESCAC me especialicé en dirección. Guardo un muy buen recuerdo de esos años. Conocí a muchas personas (tanto alumnos como profesores) con los que sigo manteniendo vínculos de amistad y en algunos casos también seguimos trabajando juntos ocasionalmente.

Dado que alternas proyectos de animación con otros no animados, a la hora de iniciar un nuevo proyecto, te preguntas qué medio es mejor emplear o es una decisión que viene naturalmente en la fase inicial?

Normalmente es algo que se decide antes de escribir una sola línea de guion, pero no siempre es así. Por ejemplo, cuando escribí Orders en 2009 lo hice pensando en rodarlo en imagen real. Cuando, tiempo después, decidí hacerlo en animación, no fue necesario cambiar ni una coma del guion. Pero vaya, no es lo habitual. La mayoría de videoclips que hice en su momento no tendrían demasiado sentido en imagen real (y algunos habrían sido directamente imposibles de hacer, como por ejemplo el de 12Twelve). La animación, por su naturaleza, posibilita romper o subvertir los códigos realistas propios del cine de imagen real convencional. Sin embargo, también se puede optar por el realismo más estricto, aunque en animación siempre se tratará de un realismo estilizado en algún u otro grado y sentido, lo cual de hecho le da una fuerza y poder sugestivo al que, en mi opinión, la imagen real y el fotorrealismo no pueden aspirar. Podría hablar largo y tendido sobre el tema, es algo que me interesa muchísimo. Siempre pongo el ejemplo de La Tumba de las Luciérnagas para hablar del poder de la animación. En mi opinión es una película que, por motivos diversos, no tendría la misma fuerza si fuera de imagen real. Mirar animación requiere que pongamos mucho de nuestra parte como espectadores en comparación a la imagen real, ya que los signos y representaciones a decodificar son estilizados. No vemos a un humano en pantalla, sino a la representación gráfica simplificada e iconizada de un humano. Es algo similar a leer un texto literario, se nos dan ingredientes pero nuestra mente debe rellenar los espacios vacíos. Ese acto de reconstrucción en el que nuestra propia imaginación juega un papel tan importante es lo que le da ese fuerte poder sugestivo a la animación. Pero bueno, lo que decía: el tema me daría para hablar largo y tendido, pero no quiero alargarme.

¿En qué notas que tu faceta de músico sea importante en tu faceta de director?

Supongo que influye en mi manera de ver y pensar las cosas. En los videoclips que hice en la primera década de este siglo había bastante de esa voluntad de crear cierto efecto sinestésico que tenían los trabajos de Chris Cunningham o piezas como el videoclip de ‘Gantz Graf’ de Autechre dirigido por Alex Rutterford. Y a menudo, cuando escribo, ya tengo en mente cómo podría sonar la banda sonora. También tengo playlists con referencias para cada uno de mis proyectos pendientes de hacer, listas de música que podría sonar en la peli o música que me sugiere el mismo mood que tengo en mente para la banda sonora. Pero también he ido al extremo opuesto: tenía claro que Orders no debía tener nada de música. La música puede teñir demasiado, dirigir al espectador, manipularlo. En Orders quería algo más distanciado y abierto, dar espacio al espectador para pensar, hacerse preguntas, posicionarse, etc. Con música corres el peligro de caer en la tentación de decirle al espectador cómo debe sentirse en cada escena, y a veces ese subrayado no hace falta.

¿Cómo conseguiste recibir encargos para realizar videoclips de artistas tan importantes como Prefuse 73?

El caso de Prefuse 73 en concreto fue porque Scott Herren vivía en esa época en Barcelona y teníamos amigos en común. Y fue más bien un autoencargo, ya que lo que hice fue pedirle a Scott permiso para probar de hacer algo con música suya. De hecho, creo que cuando empecé a trabajar en The End of Biters ya había salido otro nuevo disco suyo, así que ni siquiera era “de actualidad”.

¿Cuál es la génesis de una obra como Orders?

Leí sobre los hechos reales (sucedidos en 2004) hace muchos años. Cuando a finales de 2008 un amigo productor me dijo que quería producirme un corto de imagen real y me preguntó si tenía alguna idea en un cajón, le pasé diversas cosas, entre ellas la idea de hacer algo basado en esa historia real. Escribí el guion en 2009 y estuvimos un tiempo intentando financiar el proyecto, pero fue imposible. Poco tiempo después, mi amigo decidió cerrar su productora y yo decidí que seguiría adelante y haría el proyecto yo solo, en animación, con presupuesto cero (y, por lo tanto, tiempo infinito), durante mis ratos libres entre encargos y trabajos diversos.

¿Por qué decidiste optar por una puesta en escena tan singular?

Tuve claro desde el primer momento que no quería enseñar la habitación donde sucede la acción. Quería una visión distanciada, más objetiva y al mismo tiempo voyeurística, un punto de vista quizás más cercano a la perspectiva de la persona que hizo la llamada. Enseñar la habitación habría imposibilitado dar espacio suficiente al espectador para pensar y hacerse preguntas. Mi principal propósito al hacer Orders era lograr que el espectador se hiciera las preguntas que me hice yo cuando leí sobre los hechos reales, que se podrían resumir en “¿Cómo puede ser posible que suceda algo tan increíble e inverosímil como esto hoy en Occidente?”. Por supuesto, mi intención era solamente formular la pregunta, no responderla.

¿Qué softwares empleaste y cuanto te llevó realizarlo, desde la idea inicial hasta la versión final?

Usé un poco de todo: Toon Boom Harmony, una versión ultra-obsoleta de 3ds Max, Clip Studio Paint para pintar los fondos… Pero el software es lo de menos. Siempre digo en broma que el software más importante fue mi propia cabezonería, ja ja ja. Y es imposible calcular cuánto tiempo me tomó, ya que tal como he dicho solamente podía trabajar en el proyecto durante mi tiempo libre, entre encargos y demás trabajo remunerado. Lo que está claro es que escribí el guion en 2009 y terminé el proyecto en octubre de 2020. Creo que también contribuyeron a la lentitud del ritmo de producción mi falta de skills técnicos (no me considero animador ni background artist, trabajo mucho más lentamente de lo que lo haría un profesional) y sobre todo mi falta de motivación: suelo ser muy pesimista y estaba convencido de que este proyecto no interesaría a nadie una vez terminado. Demasiado largo y lento para la mayoría de festivales. Tampoco estaba nada convencido de poder conseguir el nivel de calidad que deseaba. Aún así, tenía claro que cualquier otra opción era mejor que la opción de decidir no hacer el corto, así que al final del día el Aleix cabezón ganaba el pulso al Aleix pesimista.

¿Cómo ha sido la acogida en Animafest Zagreb? ¿Qué comentarios has recibido?

Ha tenido una buenísima acogida, he vuelto a casa con la autoestima bastante restaurada, la verdad. También es verdad que la gente que odie tu corto no será la que vendrá después a hablar contigo, por lo que la perspectiva es sesgada. Pero vaya, días después de la proyección la gente seguía recordando el corto, lo cual es buena señal en un festival en que cada día ves tropecientas cosas distintas. Tengo un agradecimiento infinito a Animafest Zagreb por haberme seleccionado, no se me ocurre mejor sitio para hacer la premiere internacional de un proyecto como el mío. Además, he conocido a un montón de gente interesantísima.

¿Cuál es la principal evolución que aprecias en tu trayectoria como cineasta?

Desde dentro no puedo juzgar demasiado, no tengo nada de objetividad. Llevo veinte años haciendo cosas que interesan a poquísima gente, haciéndolas desde fuera de la industria y a un ritmo mucho más lento de lo que desearía. Voy más de 10 años tarde, en un universo paralelo Orders podría haberse estrenado en 2010 en lugar de 2021. Espero que no suene muy llorón, pero así veo las cosas.

¿Cuál es el proyecto en el que hayas participado como colaborador del que mejor recuerdo tengas o con el que más aprendieses?

No sabría decir… En su momento me encantó trabajar de montador en proyectos de amigos, tanto en ficción como en videoclips. A menudo tenía mucho margen para probar cosas. También me lo pasé muy bien haciendo música para Canis, de Marc Riba y Anna Solanas. Si intento recordar ocasiones en las que me lo he pasado muy bien trabajando, me vienen siempre a la cabeza los estudios Trizz y Cómodo Screen, ambos con un ambiente de trabajo inmejorable.

¿Puedes adelantarnos algún proyecto que tengas entre manos?

Ahora mismo estoy trabajando en mi primer videojuego, un proyecto que espero tener listo pronto. También hace tiempo que tengo intención de producir un teaser para un proyecto de largometraje, pero mi parte pesimista piensa que solo serviría para mostrar al mundo migajas de un proyecto imaginario e imposible de producir.

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