NARUTO.
7,5/10
Naruto es una de las series de anime más importantes de la historia y durante su emisión fue una de las más populares internacionalmente: prácticamente no hay mercado consumidor de animación japonesa que no estrenase una traducción o versión subtitulada y ha sido ampliamente editada en DVD u otros formatos domésticos. Ha propiciado tres películas entradas en cines del 2004 al 2006 y tuvo una continuación, la aun más longeva serie Naruto: Shippûden. En el momento en el que escribo esto, más de una década después de su conclusión, permanece en la lista de series más queridas de la industria japonesa, así que es de las que más han contribuido a crear amantes del anime en todo el mundo.
Naruto está basada en el manga escrito e ilustrado por Masashi Kishimoto que se centra en Naruto Uzumaki, un niño y luego adolescente que sueña con ser el más grande ninja y que acepta peligrosas misiones junto con sus compañeros de aprendizaje y mentores. La serie que nos ocupa adapta la parte uno del manga en los primeros 135 episodios, mientras los restantes 85 proponen nuevas tramas.
La popularidad, importancia e influencia de la serie es evidente y el entusiasmo con el que fue acogida por tantos seguidores es incuestionable. Otra cosa es que, desde un punto de vista artístico, como ocurre con toda serie que produce casi un episodio a la semana, sea discutible.
Comienzo con algunos de sus muchos aciertos: los personajes protagonistas son interesantes y disfrutamos de multitud de secundarios atractivos; conviven con toda naturalidad pasajes de comedia con caricatura extrema y fragmentos de exagerado melodrama; la mayoría de villanos están bien planteados; y la animación, a pesar de sus lógicas limitaciones de tiempo y presupuesto incluye algunos momentos aceptables o, incluso, visualmente llamativos.
Los aspectos menos convincentes tienen que ver con el rápido ritmo de producción al que están abocadas estas series que emiten un capítulo por semana durante todo el curso. Por ejemplo, emplea cada recurso existente para limitar la cantidad de animación necesaria. Esto reduce la espectacularidad, cierto, pero no es un demérito: no sería descabellado estudiarla en escuelas de animación para ver todo lo que se puede hacer para solventar la escasez de tiempo. Luego, cae en tics habituales de este tipo de producciones de acción: los personajes no paran de hablar durante las batallas y los enfrentamientos pueden llegar a durar varios episodios de tanto como se dilata el tiempo, por ejemplo.
En cualquier caso, el de Naruto es una de las más logradas series del subgénero del shōnen de acción: no desde un punto de vista artístico, pero sí en sentido lúdico y capacidad de crear adicción entre sus seguidores.
