PANIQUE AU VILLAGE.
9/10
En el 2009 se estrenó en Cannes una de las películas más sorprendentes del año: Pánico en la granja, escrita y dirigida por Stéphane Aubier y Vincent Patar. Fue el reconocimiento del más prestigioso festival de cine a una imaginativa y personal propuesta animada en las antípodas, estética y narrativamente, de las producciones contemporáneas de los estudios de Hollywood. Pues bien, ese universo en el que un caballo es el tutor / padre de un indio y un cowboy, animales y humanos conviven (más o menos) pacíficamente y todos los personajes tienen el aspecto de juguetes de plástico para niños nació en Panique au village.
Fue en esta serie donde Stéphane Aubier y Vincent Patar le mostraron al mundo su fértil imaginación y su singular sentido del humor. Los capítulos, de cinco minutos de duración, son comprimidos de ocurrencias, ingenio y tramas disparatadas que parecen seguir la lógica de un niño que juega con muñecos. Los gags visuales son constantes, el humor es tan surrealista y absurdo que depara carcajadas continuas -seguramente más entre adultos que entre el público infantil- y la animación con stop motion es la vez deliberadamente poco sofisticada y muy cuidada.
Los personajes se mueven como lo que son, juguetes con peanas para que se mantengan de pie, y rara vez uno de los protagonistas tiene más de cuatro o cinco posturas en todo el episodio. Sin embargo, como la velocidad de la acción es trepidante -es como si hubieran condensado un largometraje en cinco minutos- y los decorados son encantadores, el resultado es muy atractivo. En fin, la animación es lo suficientemente interesante como para que Aardman quisiera encargarse de la distribución internacional de la serie.
La primera y, tristemente, única temporada, incluye episodios tan brillantes como el octavo, un homenaje al clásico de la animación británica Rebelión en la granja (1954) en el que vemos también un guiño a Tiempos modernos (1936). Y por supuesto, tratándose de una producción belga, no falta un capítulo con una carrera ciclista, que es tan descacharrante como se podía esperar.
