TEN YEAR OLD TOM.
9/10
Steve Dildarian es el creador de Las desventuras de Tim (2008 – 2012), una personal e inteligente serie de animación para adultos que, tristemente, no logró apenas popularidad, de ahí que HBO la cancelara tras tres temporadas -aún así, ya quisieran muchas series llegar a esa cifra, especialmente en el ámbito de la animación no apta para público infantil-. A su creador le fue peor con The New V.I.P.’s (2017), que no pasó del episodio piloto en Amazon Prime Video, pero por suerte para nosotros tuvo una segunda oportunidad con Ten Year Old Tom, que en todos los aspectos es una continuación del universo de su añorada primera serie.
Esta vez el protagonista se llama Tom, en vez de Tim, pero el niño de diez años de esta propuesta bien podría ser la versión infantil de Tim. Al reseñar aquella serie, escribí del personaje central lo siguiente: “un perdedor crónico, un veinteañero sin maldad pero con especial habilidad para meterse en líos y verse envuelto en situaciones cada vez más rocambolescas. Situaciones que acaban, en su mayoría, con él humillado o convertido en un paria”. Exactamente lo mismo se puede afirmar de Tom, basta con cambiar la edad. Y si alguien piensa que, al ser un niño, sufrirá humillaciones menos severas o que los acontecimientos serán más leves, le espera una sorpresa.
Ten Year Old Tom desarrolla idéntica estética, una animación que también es deliberadamente limitada y el mismo tipo de humor absurdo y negro que caracteriza las obras de Dildarian. Solo por la parte de comedia, por las carcajadas que deparara a quien disfrute con el humor más disparatado, ya merece la pena darle una oportunidad. Sin embargo, ese humor le sirve a su creador y principal guionista para satirizar la sociedad estadounidense de un modo no muy distinto a como lo hace South Park -serie con la que comparte la escuela como lugar en el que se desarrolla principalmente la acción-.
Hay críticas a los bajos presupuestos que manejan los colegios públicos, a las familias disfuncionales, a la desigualdad económica, a las empresas de publicidad, a los directores de colegios sin escrúpulos, a los profesores sin tacto… En fin, en este retrato de una sociedad enferma con adultos nada ejemplares solo se salvan los niños y ni siquiera todos.
