John Lasseter. Categoría: Película. |
Toy Story fue el primer largometraje enteramente creado con animación por ordenador. También supuso un doble debut: el de Pixar y el de John Lasseter, respectivamente el más destacado estudio y cineasta del ámbito de la animación durante las dos décadas siguientes. De paso, fue el inicio de la más importante saga, al menos en términos comerciales y la que de manera más clara se asocia tanto a Pixar como a la animación 3D.
En definitiva, fue un glorioso triunfo artístico y económico con el que la industria cambió para siempre: empezó a gestarse la hegemonía de la estética 3D que convirtió la animación tradicional, hasta entonces dominante, en un asunto para románticos, nostálgicos y experimentadores -exceptuando Japón y estudios independientes de otras partes del globo-.
Dado el asombroso progreso de la animación por ordenador, en parte impulsado por Pixar, Toy Story no produce hoy la misma impresión que en el momento de su estreno. Solo una década después el estudio ya lograba un fotorrealismo ausente aquí. Se nota, sobre todo, en el diseño de los humanos, que resultan ahora un pelín acartonados, o en el movimiento de algunos personajes, que carece de la fluidez alcanzada en adelante.
Importa poco, porque incluso vista ahora uno percibe hasta qué punto fue una innovación capital par el cine de animación. Además, los que tuvimos la suerte de ver la película en cines el año de su estreno no olvidamos la impresión que nos produjo, esa sensación constante de estar ante un espectáculo nuevo.
Ocurre que cuando Pixar tuvo listo este primer largometraje, ya llevaba más de una década experimentado con la animación por ordenador en varios cortos y había probado su tecnología Computer Animation Production System (CAPS) en plena era de renacimiento de Disney, sobre todo a partir de La bella y la bestia (1991), así que ya se hacía una idea de lo que era capaz. Este fue su debut, sí, pero estaba preparado.
Por otra parte, puede que la animación 3D siguiese en su infancia, pero ya estaba lo suficientemente desarrollada como para presentar de manera creíble a los protagonistas, esos juguetes que cobran vida tan pronto sus dueños salen de la habitación. Las texturas están muy logradas y uno parece que pueda tocar el plástico o la tela de muchos de ellos. En cuanto al diseño, es excelente: aquí nacieron algunas de las más memorables creaciones, especialmente Woody y Buzz Lightyear, el segundo de los cuales se convirtió en un popular juguete en una suerte de deliciosa meta-ironía.
En cualquier caso, Toy Story es una excelente película por lo mismo que son excelentes las mejores obras de Pixar: por su unión de tecnología puntera, buena narración e inspirados guiones. Aquí, entre los guionistas, figuran talentos como Pete Docter o Andrew Stanton, que pronto revelarían ser superdotados narradores en trabajos como Monstruos, S.A. (2001) o WALL·E (2008), respectivamente.
En cuanto a la puesta en escena, son muchos los aciertos, así que me detengo solo en uno de los más llamativos. Me refiero a todas las veces que la cámara captura con eficacia el punto de vista de los juguetes. No solo logra que vivamos con ellos las múltiples amenazas que les acechan, también que veamos cómo nos miran a nosotros, los humanos, es decir, que nos miremos a nosotros mismos.