Jan Svankmajer. Categoría: Película. |
El director de Alice (1988) -versión experimental de la novela de Lewis Carroll– y de la también vanguardista Faust (1994), abordó con Los conspiradores del placer su primer guion original en un largometraje. Claro que en el caso de Jan Svankmajer las adaptaciones son un asunto igualmente personal, pues invariablemente traslada a su propio universo creaciones ajenas.
De hecho, la que nos ocupa se inspira en la obra de Leopold von Sacher-Masoch, Luis Buñuel, Sigmund Freud, Marqués de Sade y Max Ernst, así que a su peculiar manera también puede considerase una adaptación. No obstante, sería más preciso interpretarla como un singular collage de surrealismo, masoquismo, sadismo y análisis freudiano de una de las más básicas pulsiones humanas, el sexo.
El film presenta a seis personas con parafilias más o menos inclasificables. Por supuesto, al surgir de la mente de Svankmajer, ninguna se parece a las que se pueden encontrar en las producciones pornográficas y solo algunas se aproximan a una concepción estándar del sexo. Algunas de ellas logran resultar perturbadoras, asombrosas, cómicas y fascinantes al mismo tiempo. Por otra parte, aunque prácticamente todas se salen de lo socialmente aceptado, el cineasta no retrata los comportamientos como enfermizos: parece en cambio más interesado en documentarlos con afán científico.
La primera parte del film es la menos interesante, pues prácticamente se limita a mostrar las preparaciones de los rituales. Sin embargo, logra despertar cierta curiosidad -no hay forma de saber qué es lo que pretenden o qué les excita- y es necesaria para apreciar mejor la segunda parte. Sólo al ver todo lo que tienen que esforzarse para realizar sus más perversas y retorcidas fantasías apreciamos hasta donde están dispuestos a llegar o la importancia que tienen en sus vidas.
Eso sí, cuando Jan Svankmajer comienza a ilustrar la consumación de las fantasías, se sucede una escena brillante tras otra con un insólito uso de animación. Su recurso al stop motion es además muy interesante, dado que el propósito es introducirnos en la mente de varios de los protagonistas. Lástima que esta vez haya mucha menos animación que en Alice, pero esto lo digo solo desde la perspectiva de un amante del medio, porque la película no necesita más.
Otra generosa dosis de imágenes memorables cortesía de uno de uno de los cineastas que mejor han sabido introducir el surrealismo en su obra. El desenlace, en el que perversión, fantasía y realidad se confunden, es paradigmático en ese sentido.