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Steve Trenbirth. Categoría: Película. |
Como la mayoría de producciones de Disneytoon Studios, la marca B de la casa del ratón, la segunda parte de El libro de la selva (1967) se creó para el mercado doméstico, pues durante la primera década del siglo XXI seguía en plena forma y le había reportado a Disney jugosos beneficios con sus secuelas de bajo presupuesto. Sin embargo, como el año anterior había probado a estrenar en cines Peter Pan en Regreso al país de Nunca Jamás y funcionó en taquilla -115 millones de dólares recaudados con un presupuesto de 20-, decidió repetir el experimento.
Otra vez tenemos un film cuya calidad artística está más cercana a la de una serie de televisión normalita de Disney que a la de sus superproducciones animadas, pero que fue juzgada con el nivel de exigencia que se asocia a un estreno en salas. Como además El libro de la selva es una de las cumbres del estudio, esta segunda parte resulta particularmente decepcionante. Más que eso: es inane. No ocurre nada que sea mínimamente importante o que no pasara antes en el film original de un modo bastante más interesante. De hecho, es una repetición desganada cuyos escasos atractivos derivan de su predecesora.
Rudyard Kipling escribió un segundo libro con cinco historias adicionales de Mowgli, pero los guionistas prefirieron ofrecer una nueva versión de El libro de la selva desprovista de casi todo su encanto y que, para colmo, retoma hasta tres veces la canción ‘The Bare Necessities’, solo que con orquestación y puesta en escena bastante menos atractivas. En fin, creo que el fracaso de esta segunda parte se resume en la visita al reino de los monos: una caricatura mala de Disney con el agravante de que la realizó la misma compañía.
Martin Goodman, en su análisis del film para el libro The Animated Movie Guide (2005), le otorga solo una estrella de cuatro y, además de observar la simpleza del argumento, comenta lo siguiente de la animación: “es competente pero basada en el inventario de expresiones faciales de los films animados de Disney de la época. Uno casi puede ver a los animadores de Disney jóvenes o de segunda dándole al botón de ‘pausa’ para tomar las expresiones de Aladdín mientras trabajaban en este film”.
