Daisuke Nishio, Hirotoshi Rissen, Kazuhisa Takenouchi y Leiji Matsumoto. Categoría: Película. |
Debutar con un disco como Homework (1997), que incluye el exitoso tema homónimo, máxime cuando está editado por la major Virgin Records, asegura una notable repercusión internacional. Pero es que, además de por su excepcional música, Daft Punk destacó por su sabia elección de realizadores para sus videoclips, complemento esencial para promocionarla. Las creaciones de Michel Gondry para Homework o de Spike Jonze para Da funk son casi tan memorables como la música que ilustran, y eso no tiene precio a la hora de ayudar a vender discos.
Cuando, en el 2001, el dúo francés presentó su segundo álbum, Discovery, supo que debía prestar especial atención al apartado ‘videoclipero’. Pero claro, tratándose de una propuesta tan atípica y original, tomó una decisión igualmente inusual: encargarle al prestigioso realizador japonés Leiji Matsumoto la realización de un largometraje de animación que ilustrase el álbum. Un videoclip para cada uno de los catorce temas, hilvanados de tal manera que formasen una historia con sentido, una narración clásica con introducción, desarrollo y desenlace.
El resultado de tan curiosa idea fue este largometraje, sin diálogos y sin apenas sonido diegético, pero en el que suena, como única banda sonora, y en el mismo orden, todos los temas de Discovery, además de una remezcla de Aerodynamic para los títulos de crédito finales. La historia es disparatada, fantasiosa, inverosímil, pero el sorprendente y brillante final sirve para justificar todos los excesos. Eso sí, el guion es bueno y está en permanente diálogo con los temas que se escuchan, como si la música hubiera sido compuesta para las imágenes y no al revés.
Además, para compensar en parte el dramatismo de la historia, que puede ser un tanto excesivo para los que no estén acostumbrados a la épica anime, está repleta de toques de humor y de guiños. El grupo protagonista, por ejemplo, se denomina The Crescen Dolls, como el título de uno de los temas. Y en una de las escenas, vemos al dúo Daft Punk, con sus característicos cascos de robots, entre el público de una gala de premios en la que está nominado junto al grupo en cuestión: irónicamente, pierde ante sí mismo.
Por otra parte, la narración ofrece dos claves de lectura, la primera humorística, la segunda algo más seria. Sabemos que el grupo, The Crescen Dolls, proviene de otra galaxia, de una realidad paralela: son extraterrestres. Que su piel sea azul es una pista; que tengan que pasar por el hiperespacio, en un claro homenaje a la odisea en el espacio de Stanley Kubrick, es otra. Y como ese cuarteto toca la música de Daft Punk, la trama implicaría que la del dúo es una producción de otro planeta.
Esa es la interpretación simpática, porque hay otra más interesante: la evidente crítica a la industria musical. El malo malísimo, malo de película, líder de una secta igualmente perversa, resulta ser nada menos que un despiadado mánager que no duda en anular la personalidad de los artistas para obtener discos de oro. Los rapta de otros planetas, les da apariencia humana, sustituye sus recuerdos por otros falsos y humanos (guiño a los replicantes de Blade Runner) y los convierte en simples objetos de mercadotecnia. La crítica funciona muy bien salvo por el hecho de que el presidente de la compañía discografía que ficha al grupo, denominada R Company (literalmente, “record company”), es una bellísima persona que renuncia a cuantiosas ventas de discos para ayudar al cuarteto de extraterrestres a volver a su planeta. En fin, es comprensible que con la discográfica no se metan, porque Daft Punk tenía contrato con Virgin Records y no convenía que el director de la ‘R Company’ fuera moralmente reprobable, por si acaso algún ejecutivo de Virgin se sentía aludido.
En fin, propone una mezcla de ciencia ficción y música que parece seguir el camino iniciado con Heavy Metal (1981), dirigida por Gerald Potterton, y Rock & Rule (1983), dirigida por Clive Smith. Cintas con las que comparte también su condición de lúdica y entretenida rareza.
Interstella 5555 es recomendable incluso para los que no sean seguidores de la animación de estética anime, aunque estos son quienes más posibilidades tienen de disfrutarla. En cualquier caso, la fantástica música de Daft Punk redondea esta singular y atractiva propuesta.