Satoshi Kon. Categoría: Película. |
Tokyo Godfathers, tercera película dirigida por Satoshi Kon, es en cierto modo un paréntesis en una filmografía caracterizada por la complejidad narrativa y estética y por difuminar las fronteras entre realidad y fantasía. Sí se aprecian muchas de las señas de identidad del personal cineasta, pero comparado con el resto de su obra resulta considerablemente más convencional. Todo lo convencional que puede ser un film con su firma, claro.
Inspirado por la novela Three Godfathers, de Peter B. Kyne, que a su vez fue adaptada por John Ford en Tres padrinos (1948) -influencia reconocida por el genial director-, colaboró con Keiko Nobumoto, que además de ser el creador de Wolf’s Rain, había ejercido de guionista en otra serie clave, Cowboy Bebop. Es fácil ver aquí un similar sentido del humor y cierta querencia por personajes extravagantes.
Los guionistas mantienen la idea de tres personas fortuitamente a cargo de un bebé, solo que con el interesante giro de que son tres vagabundos: un hombre bien entrado en la madurez, un travesti homosexual y enfermo y una joven que ha huido de casa. Es un cuento de navidad esperpéntico y satírico que mezcla melodrama y comedia disparatada; denuncia social y cierto realismo mágico -las más que implícitas intervenciones divinas que casi se transforman en un Deus ex machina en el bello clímax con el viento-; y, finalmente, la pobreza de la indigencia con el hortera lujo de los yakuzas.
Refleja la dureza de la vida en la calle, especialmente en el frío de un nevado Tokio, la marginación y la violencia que sufren los protagonistas y quienes comparten su aciaga suerte, así que no faltan pasajes dramáticos y tristes. Sin embargo, está contado como una comedia de enredo que fuerza lo verosímil con continuas coincidencias: hay un momento, protagonizado también por un taxista, que recuerda a Mujeres al borde de un ataque de nervios (1989), de Pedro Almodóvar, cinta con la que también comparte esa conseguida mezcla de géneros.
Por otra parte, aunque estéticamente no sea tan deslumbrante ni tan rica como el resto de su obra, no faltan escenas visualmente poderosas o pequeños toques de fantasía, como el sueño de la joven o la aparición de una mujer con aspecto angelical en un pasaje que parece una alucinación hasta que descubrimos su porqué: un recurso característico de Satoshi Kon.
El siempre certero Jordi Sánchez-Navarro, en su esencial libro La imaginación tangible (2020), describe así el tercer film del director: “nos ofrece una comedia frenética, con aire de vodevil urbano y alma de cuento de Navidad, de gran calado humanístico. (…) muestra al Kon menos experimental y más deudor de la tradición narrativa del cine clásico”.
Por su parte, Fred Patten, en el análisis para el libro The Animated Movie Guide (2004), le otorga cuatro estrellas de cuatro y comenta: “es la primera película de Kon en pasar del claro drama y la tragedia al humor suave y hasta la descarada comedia, enfatizado por un giro visual de los personajes realistas a una exagerada y super-deformada grotesquidad”.
Tras este largometraje, Satoshi Kon retomó un territorio más complejo con sus dos obras finales, las obras maestras Paranoia Agent (2004) y Paprika (2006).