Makoto Shinkai. Categoría: Película. |
Cuando 5 centímetros por segundo llegó a los cines japoneses en marzo del 2007, Makoto Shinkai había dirigido varios cortos y un bien recibido primer largometraje, El lugar que nos prometimos (2004). Por entonces, dada su costumbre de introducir elementos de cine fantástico y a su evidente talento, estaba considerado uno de los sucesores de Hayao Miyazaki, el más cotizado título en la industria de animación japonesa.
La comparación tenía un evidente propósito -popularizar a quien la recibía-, pero ya puestos a buscar influencias en Studio Ghibli, aquí su cine se parece más al del Isao Takahata de los primeros años, el de La tumba de las luciérnagas (1988) y Recuerdos del ayer (1991). En cualquier caso, ahora sabemos que Shinkai sí llegó a ser su sucesor en términos comerciales, pues con Your Name. (2016) batió la marca de todos sus films menos El viaje de Chihiro (2001).
Este segundo largometraje del japonés opta por un tono realista. Sobre todo en su apartado narrativo, pero también en el estético, que llega incluso a ser hiperrealista en varios pasajes dada la profusión de cuidadísimos detalles. Puntualmente desdibuja el rostro de los protagonistas, quizá para centrar la atención en la voz en off con la que expresan sus sentimientos, pero prácticamente todo procura ser lo más realista posible, empezando por los preciosos fondos. Este es ya el Shinkai preciosista que seis años después firmó la bellísima El jardín de las palabras.
Hay, en ese sentido, dos escenas particularmente notables: el viaje en tren de la primera historia y el despegue del cohete espacial en la segunda. En esos dos casos y en todo el metraje, por cierto, el diseño de sonido es esencial para lograr esa sensación de realismo.
5 centímetros por segundo está integrado por tres historias que abarcan 17 años de la vida de Takaki Tōno, desde su niñez hasta su entrada en el mundo laboral. Las dos primeras funcionan de manera independiente, la tercera no. Esta última es la más breve, aparentemente la menos interesante, pero es la que de manera más sutil completa el conjunto y su visión de las relaciones humanas. Quizá no satisfaga a quien esté acostumbrado a desenlaces más convencionales, pero me parece un acierto. Lástima que acto seguido el director nos someta a un innecesario videoclip de una comercial canción de pop, que para colmo no encaja nada bien con la estupenda banda sonora de Tenmon que hasta entonces hemos disfrutado.
La película es, en esencia, un acercamiento al amor adolescente y es mérito de Makoto Shinkai, en su doble rol de guionista y director, que esté retratado de manera tan creíble y sensible. Espectadores adultos quizá encuentren algunos pasajes excesivamente melodramáticos, pero no aprecio nada exagerado, puesto que los protagonistas viven así de intensamente la relación. [De todos modos, dile a un adolescente que eso que siente no es para tanto y verás qué te responde]. De hecho, para los estándares del drama romántico japonés, el tono es más contenido que otra cosa.