Rasmus A. Sivertsen. Categoría: Película. |
El bosque de Haquivaqui es muy recomendable para al menos dos segmentos de público. El primero, por entusiasta aun siendo minoritario, es el de amantes del stop motion. La técnica es aquí empleada con éxito, en parte porque la estética es una delicia -excelente trabajo en el diseño de personajes, construcción de decorados, iluminación…-, en parte porque la animación es brillante, hasta el punto de que, si no lo supiese, un espectador no muy atento podría confundirlo con animación 3D por ordenador.
Cierto que, por cuestiones presupuestarias, la propuesta visual no es tan impresionante como las superproducciones de Hollywood -pienso en Pesadilla antes de Navidad (1993) o Frankenweenie (2012), por ejemplo-, pero sí es muy llamativa y un efectivo reclamo. Además, posee el mérito de seguir su propia senda: ni replica el lado artesanal de Aardman ni el tecnológico de Laika.
Cuando un film animado adapta un libro ilustrado, cómic o novela gráfica, es habitual que, por razones prácticas a la hora de plantear la animación, la estética se resienta y no sea tan sugerente como la de la fuente. El que nos ocupa se basa en Klatremus og de andre dyrene i Hakkebakkeskogen, de Thorbjørn Egner, y yo diría que esta vez ocurre al revés, que es el largometraje el que más partido visual le saca a la historia.
El otro segmento que seguramente quede encantado es el de la infancia, que tiene aquí una historia entretenida y con encanto. Rasmus A. Sivertsen es el director de la bienvenida Solan & Eri – Navidad en Flåklypa (2013), también realizada en stop motion; y de la menos convincente Dos colegas al rescate (2015), animada en 3D por ordenador. Aquí muestra su mejor cara como cineasta y ofrece una buena narración recompensada con su selección en el más importante festival de animación, el de Annecy. Que a eso sume un mensaje de entendimiento entre distintos -los animales carnívoros no deben comerse a los herbívoros con los que conviven en el bosque- es un extra.