Anja Kofmel. Categoría: Película. |
Chris el Suizo es el documental con el que Anja Kofmel investiga la muerte de su primo, el periodista de guerra Christian Würtenberg. Lo encontraron muerto en 1991, en un poblado de Croacia, durante la guerra de los Balcanes. El forense confirmó que había sido estrangulado. Tenía 27 años. La directora era una niña cuando le dijeron que había muerto y adoraba a su primo. Ella lo consideraba un héroe.
25 años después de su muerte, Kofmel trata de canalizar su interés por la vida de Chris, que califica de obsesivo, con esta fascinante obra que reconstruye su trayectoria profesional y sus últimos días de vida. Por supuesto, un aspecto central es dilucidar la causa de su muerte y los culpables del que considera un asesinato, pero yo diría que la razón de ser del documental no es tanto eso como comprender las inusuales elecciones vitales de su primo. Es una pregunta que se hacen ella, sus padres, su hermano, los periodistas que le conocieron y nosotros, espectadores que asistimos atónitos a algunas de las revelaciones.
El documental recurre a entrevistas particularmente reveladoras -las afirmaciones del mercenario español ponen los pelos de punta en más de una ocasión- y reúne un valioso material de archivo, entre fotografías, vídeos y fragmentos de audio. Son tantos y tan interesantes esos documentos que no hacía falta completar la narración con ilustraciones animadas.
De modo que cuando Anja Kofmel incluye los pasajes animados, lo hace en parte con el empleo habitual en los documentales -la de mostrar elementos de la historia de los que no existe testimonio gráfico-, pero también con una acertada intención artística. En esencia, las escenas animadas ilustran la vida de Christian Würtenberg tal y como la imagina la directora, cosa que ella no trata de ocultar: en uno de los más bellos momentos, vemos un viaje en tren en el que dos de los personajes desaparecen en el cielo porque, lo dice Kofmel en su narración, no sabe quien estaba con él en ese vagón.
La animación, en definitiva, propone hipótesis sobre su labor durante la Guerra de Yugoslavia, sobre los combates que presenció o en los que participó y, finalmente, sobre su muerte. Algunas de esas escenas parten de una sólida base documental, otras pertenecen casi enteramente al reino de la imaginación. Son animaciones muy interesantes desde un punto de vista artístico, con una llamativa estética en blanco y negro, y que proponen eficaces ilustraciones del horror, que se materializa frecuentemente con formas humanas a partir de la unión de partículas negras, pero que rara vez tiene una imagen precisa.
Chris el Suizo cautiva por su hábil narración, que parece beber de los códigos de un noir de ficción, de un ‘thriller’ criminal que nos va guiando hacia la resolución de un asesinato. En ese sentido, es brillante. Ahora bien, aunque muchas de las teorías o conclusiones a las que llega son verosímiles, o más que probables, no hay que olvidar que algunas de ellas no pueden ser demostradas. Dicho esto, no es esa una limitación que la cineasta esconda -ella misma expresa su asombroso ante algunas de las revelaciones-, pues algunas de las conclusiones ya no pueden ser demostradas, tristemente.
Sin embargo, incluso aquello que no puede ser demostrado sí retrata un panorama de la guerra sucio, que provoca repugnancia por las negruras del ser humano. Así que sirve para recordarnos que debemos permanecer vigilantes ante las injusticias y ante cualquier conato de belicismo para procurar evitarl los conflictos armados a toda costa. Como parece que ese objetivo aún está lejos, nos queda al menos la esperanza de que hombres extraordinarios, como varios de los periodistas de guerra que conocemos aquí, seguirán denunciando las atrocidades cometidas en las contiendas bélicas y tratando de desenmascarar los intereses que suelen esconder.
Nota: se puede realizar una interesante sesión doble con este film y Un día más con vida (2018), dirigida por Raúl de la Fuente y Damian Nenow, que también retrata el periodismo de guerra con un brillante uso de animación.