Pedro Almodóvar. Categoría: Película. |
Dolor y gloria es la más lograda película de Pedro Almodóvar desde Volver (2006). Quizá no sea tan redonda como aquella, pero sí es igualmente memorable y es de las que dejan una honda impresión en el espectador. El inicio no es muy prometedor y figura más de una escena cuyo único propósito parece ser preparar el terreno o explicar las decisiones que más adelante tomará su personaje central, ese Salvador Mallo tan bien interpretado por Antonio Banderas.
Por otra parte, algunas líneas son brillantes sobre el papel, pero interpretadas no siempre resultan tan verosímiles como sería deseable. Además, coloca en la parte inicial una osada secuencia sobre el historial de dolencias del protagonista apoyada casi exclusivamente en los gráficos de Juan Gatti.
Pues bien, tras ese primer acto menos brillante de lo habitual en Almodóvar, el largometraje va ganando en ritmo, profundidad y seducción. Cuando nos damos cuenta, ya nos ha sumergido en una de sus personales y excepcionalmente bien narradas historias repletas de atractivos personajes magníficamente escritos e interpretados: Asier Etxeandia como Alberto Crespo, Leonardo Sbaraglia como Federico Delgado, Penélope Cruz como Jacinta, Nora Navas como una buena amiga…, y, por supuesto, Julieta Serrano como la madre de Salvador Mallo. Hasta Rosalía está bien en un innecesario pero mediático cameo: canta, a capela, A tu vera.
Afirmó Pedro Almodóvar que Dolor y gloria completaba una trilogía iniciada con La ley del deseo (1987) y La mala educación (2004). Las tres tienen en común un cineasta como personaje protagonista, aunque nunca hasta este film se había centrado tanto en la figura del director de cine. Sin embargo, más interesante es que comparta con La mala educación la inclusión de pequeñas historias en el seno de la historia principal, aunque no llegue a la estructura de cajas chinas de la segunda entrega de la trilogía. Esa es una de las características de su cine: también en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) y Los abrazos rotos (2009), que recuerde ahora, intercaló en la narración breves historias, mientras en Hable con ella (2004) ese recurso era fundamental para la trama.
Esa historia dentro de la historia también juega un rol decisivo aquí y contribuye a crear el sorprendente, acertado y muy eficaz desenlace. Más sombría y dramática que otras cintas de su filmografía, es también una de las más vitales. De hecho, su estupenda conclusión invita a una relectura de buena parte de la trama y de su tono, un logro más que notable.
Finalmente, como es habitual, la banda sonora de Alberto Iglesias es una maravilla y hace crecer al film.