Chris Renaud, Jonathan del Val. Categoría: Película. |
Cuando se estrenó Mascotas (2016), buena parte de la crítica advirtió las similitudes con Toy Story (1995): se trataba, esencialmente, de sustituir los juguetes por animales domésticos y explorar qué hacían cuando nadie miraba. Ahí acaban los parecidos, porque la cinta de Illumination está a años luz de la riqueza de personajes de la de Pixar. La enorme diferencia se evidenció aun más con esta floja segunda parte que, en lugar de ampliar su universo con nuevos enfoques, se limita a repetir lo mismo pero con un guion menos interesante sostenido solo por gags puntualmente divertidos.
Supongo que sabedor del escaso interés de la trama protagonizada por los personajes principales, los perros Max y Duke, Brian Lynch introduce otras dos tramas paralelas cuyas escenas se van alternando. Hay otra en la que el conejo Snowball trata de rescatar a un tigre maltratado en el circo -cuyo malvado dueño tiene acento de Europa del este, cómo no- que es aún más endeble y de escasa credibilidad. Finalmente, hay una tercera trama en la que la perra Gidget se hace pasar por un gato para recuperar el juguete favorito de su querido Max. Esta última es la más insustancial de todas y además incluye el tópico de la mujer solitaria que vive rodeada de gatos. Hay que reconocer, en cambio, que esa estructura es inusual -son esencialmente tres cortos independientes- y que Lynch se las arregla hábilmente para unir dos de las historias en un desenlace que, por lo demás, es tan convencional como de costumbre.
En fin, queda claro que Mascotas 2 existe porque su predecesora recaudó mucho dinero pero no hay nada que lo justifique desde un punto de vista artístico. La cosa solo mejora con alguna ocurrencia cómica, como la escena del veterinario, la imaginación de Gidget de una vida junto a Max o la manera en que esta misma perra logra la veneración de todos los gatos. Dado que es el estudio que nos había maltratado con ¡Canta! (2016), es asta reconfortante comprobar que logra hacernos reír sin necesidad de recurrir a animales interpretando o bailando canciones de éxito. Otra cosa es que de todos modos se centre en animales y bebés, dos lugares comunes del cine animado de Hollywood.
Finalmente, la estética es la de siempre en la filmografía de Illumination. Un buen ejemplo del atractivo de la animación 3D comercial que rechaza la más mínima experimentación y en la que la personalidad del diseñador artístico parece vetada. Sin embargo, como en la primera parte, la manera de plasmar Nueva York no está mal, hasta el punto de que es una pena que buena parte de la acción transcurra en otros entornos.