Steve Alpert. Categoría: Libro. |
Steve Alpert es un ejecutivo que se pasó quince años en las oficinas de Tokuma Shoten, empresa que fundó Studio Ghibli, y luego en este último estudio. De ahí el título: desde 1996, estuvo tres lustros en la órbita de Hayao Miyazaki, esto es, durante la época en la que este creó sus dos obras cumbre, La princesa Mononoke (1997) y El viaje de Chihiro (2001).
Aunque su trabajo original era velar por los intereses en el extranjero de la empresa madre, el enorme auge internacional de Studio Ghibli implicó que debió dedicar buena parte de su tiempo a cerrar importantes acuerdos de distribución -durante su estancia en la compañía se firmó el contrato con Disney, no sin problemas-, a supervisar el doblaje al inglés de su filmografía y a recoger muchos de los premios que recibió, entre ellos el Oso de Oro en Berlín.
Alpert sabe de sobra que buena parte de los lectores del libro serán entusiastas de Ghibli y de Miyazaki, de modo que a ambos dedica la mayoría de páginas. Hay pasajes fascinantes que ahondan en las peculiaridades del estudio y del maestro de la animación, especialmente las que relatan sus viajes promocionales -que realizaba de mala gana, habitualmente convencido por Toshio Suzuki-. Para quien llegue a esta publicación atraído por sus conexiones con el anime, será una lectura muy grata.
Sin embargo, Compartir casa con el hombre interminable incluye otros muchos aspectos interesantes más allá de los dedicados a Hayao Miyazaki. Pienso en aquellos que ahondan en la cultura empresarial japonesa -ignoro si ha cambiado algo desde finales de los 90, pero lo que cuenta es asombroso- o en cómo cuenta la trastienda de la industria del cine, incluidas las enormes dificultades que tuvo Studio Ghibli para obtener rendimiento económico de su creciente popularidad global debido a la piratería y a las reticencias de Disney para estrenar obras que le parecían artísticamente arriesgadas. De hecho, no falta una mención más al mal carácter de Harvey Weinstein y su afición por cortar películas extranjeras: no se salió con la suya, pero quería reducir la duración de La princesa Mononoke a solo 90 minutos.
Uno de los libros más fascinantes que he leído en mucho tiempo, será especialmente recomendable para quienes quieran saber cómo era Studio Ghibli durante su década más creativa y cómo funcionaba la industria del cine a principios del presente siglo.
Además, es un placer leer la traducción de Luis Alis Ferrer, alguien acostumbrado a traducir obras relacionadas con la animación, máxime cuando David Heredia Pitarch, experto en anime, se ha encargado de revisar el texto en español. Se nota que el libro estuvo en manos de personas que conocen bien la animación japonesa.