Shin’ya Kawatsura. Categoría: Película. |
La casa encantada en El Cabo, adaptación de la novela de Sachiko Kashiwaba, se centra en una niña y una adolescente que son acogidas por una anciana en una misteriosa casa después de que la región haya sufrido un terremoto y la primera de ellas haya perdido a sus padres en un accidente de coche. Contrariamente a lo que esa premisa hace pensar, y a pesar de los inevitables elementos dramáticos, el tono es predominantemente alegre, optimista, esperanzador. Por otra parte, esa casa encantada a la que se refiere el título no es el punto de partida de una película de terror, puesto que se trata de una mayoiga, un hogar que, en el folclore japonés, aporta a sus habitantes todo lo que necesitan para ser felices y prosperar.
El inicio, con las dos chicas que llegan a una casa rural, donde pronto se revelan los primeros elementos fantásticos, remite claramente a Mi vecino Totoro (1988), parecido que el tono y la estética parecen fomentar. Sin embargo, una vez resuelto el misterio de la casa, pasa a combinar el tono costumbrista con una presencia cada vez mayor de personajes del folclore japonés, la mayoría de ellos de índole espiritual. A partir de entonces, y especialmente en el clímax, recuerda más a otra obra maestra dirigida por Hayao Miyazaki, El viaje de Chihiro (2001), y hasta hay una escena con ecos del desfile de seres mitológicos de Pom Poko (1994), la fascinante cinta dirigida por Isao Takahata.
De todos modos, recurro a comparaciones de la filmografía de Studio Ghibli porque son ampliamente conocidas y porque el guionista, Reiko Yoshida, ejerció esa misma labor para una de las películas del estudio, Haru en el reino de los gatos (2002). Sin embargo, La casa encantada en El Cabo toma su propio camino en varios aspectos. Uno, narrativo, porque privilegia el desarrollo de los personajes o explorar determinadas atmósferas antes que el espectáculo visual: se le podría haber sacado mucho más partido, por ejemplo, al clímax o, en general, a la presencia de los personajes folclóricos. El otro, estético, dado que figuran varios fragmentos, cuando la anciana cuenta una historia, que adoptan una animación de tinte experimental, en ocasiones cercana a la rotoscopia, en otras como si se tratase de un boceto. Por lo visto, esos pasajes se deben, sobre todo, al trabajo del animador Bahi JD y son de lo más estimulante.
Hay aquí aspectos interesantes y bienvenidos. Pienso en la expresividad de la niña; en la profundidad del personaje de la anciana; en lo bien introducidos que están los elementos fantásticos; en su manera nada truculenta de tratar el trauma infantil y adolescente; y, finalmente, en el tempo lento que privilegia, aun cuando esto limita sus posibilidades comerciales. Sin embargo, se nota que es la ópera prima de Shin’ya Kawatsura en sus altibajos de ritmo: abundan las escenas logradas, pero no siempre están bien hiladas y al desenlace le falta intensidad. Es, en cualquier caso, un prometedor debut como director de largometrajes.