Roger Black y Waco O’Guin. Categoría: Serie. |
En su tercera temporada, Paradise Police sigue firme en su intención de convertirse en la serie más extrema, escatológica y, posiblemente, políticamente incorrecta de cuantas se emiten en la televisión estadounidense contemporánea. O al menos de Netflix. No solo no se ha vuelto mojigata ni moderada con el tiempo sino que ha redoblado su apuesta por provocar y por ahuyentar en los primeros minutos al espectador incauto que no sepa a qué le acaba de dar ‘play’.
A los ya convencidos bastará con decirles que ofrece lo mismo de siempre pero con más imágenes explícitas que costumbre. No recuerdo otra producción que no sea pornográfica en la que figuran más minutos de genitales: todos masculinos, eso sí. Hay centenares de penes -no, no estoy exagerando- y todos los chistes posibles sobre fluidos. Además, propone una asombrosa cantidad de tramas centradas en el culo y todos sus derivados: caca, pedos, sexo anal…, hasta un episodio entero protagonizado por un pólipo. Se ve que los guionistas están todavía en la fase anal.
Cierto que en esa tendencia excesivamente genital-escatológica hay algo de bienvenido porque rompe con lo que se suele tolerar en televisión. Sin embargo, lo que redime Paradise Police es su capacidad para mofarse de casi todo y casi todos -a lo South Park-, sus constantes rupturas de la cuarta pared –“esto nos pasa por escribir los guiones durante el confinamiento, dice uno de los personajes en un momento dado”-, y porque premia al amante de la animación para adultos que conozcan bien la escena: hay parodias de Big Mouth y Rick y Morty y dos chistes a costa de Adult Swim.