Taiji Yabushita. Categoría: Película. |
Panda y la serpiente mágica es el primer largometraje japonés de animación realizado en color, así que es habitualmente considerada la primera película de anime en color. Es asimismo el primer largometraje de Toei Animation, que muy pronto se convirtió en uno de los más populares e influyentes estudios de Japón y posiblemente, hasta la llegada de Studio Ghibli, en el más conocido internacionalmente.
Lo que no logró, en cambio, es ser el primer anime en estrenarse en Estados Unidos, cosa que ocurrió en 1961, con el título de Panda and the Magic Serpent, de la mano de Globe Pictures -eso sí, muy editado y sin rastro del equipo japonés en los créditos-. Por solo un mes se le adelantó la siguiente producción de la Tôei Dôga, El niño mago (1959).
Finalmente, es la segunda película de animación japonesa, tras Momotarô Umi no shinpei (1945), dirigida por Mitsuyo Seo. Claro que al ser aquella una producción propangandística realizada en plena Segunda Guerra Mundial, la que nos ocupa sería la primera con un propósito estrictamente comercial.
Sorprende que la industria de animación japonesa tardara trece años en emprender un segundo proyecto de largometraje, pero es que por entonces estaba a años luz de ser la poderosa y cada vez más internacional máquina de crear productos animados en que se convirtió décadas después. Parte de ese asombroso crecimiento se produjo, en buena medida, gracias al impulso de Toei Doga, que por entonces se había marcado como objetivo replicar la fórmula de Disney. Con ese mismo propósito había también nacido Soyuzmultfilm antes de encontrar su propio camino y Panda y la serpiente mágica es un ejemplo de esa primera etapa en la que imitaba el modelo de la compañía de Walt Disney.
Aquí aún no se aprecia ninguno de los elementos distintivos habitualmente asociados al anime. La banda sonora, la estructura de la historia, el diseño de los personajes -sobre todo los adorables animales- y otros muchos aspectos beben claramente de Disney. Es más, ni siquiera posee toques japoneses puesto que la historia está basada en el folclore chino: Hiroshi Ōkawa, el presidente del estudio, quería que fuese un gesto de reconciliación con la vecina China. Hasta la banda sonora incorpora el folclore chino al lenguaje sinfónico que adopta.
El film es recordado, esencialmente, por ser el primero de Toei Animation, aunque no es solamente una reliquia para exhibir en museos. Es un digno primer esfuerzo con aciertos en el diseño de los personajes y algunos pasajes animados bien realizados. No somos los únicos que le vemos cierto interés artístico: una versión restaurada se proyectó en la edición del 2019 del Festival de Cannes. Eso sí, en las metamorfosis se echa de menos una animación más elaborada, porque muchas están resueltas con fundidos en la mesa de montaje, no con más dibujos.
En cualquier caso, la industria de anime estaba en su infancia y aún tenía que evolucionar mucho. Basta pensar que solo cinco años después, cuando estrenó Rock el valiente (1963), la animación era ya bastante más sofisticada, por mucho que aún fuese patente la influencia de Disney. Y si nos fijamos en justo 30 años después, entonces el salto es ya estratosférico. Pasamos de esta limitada primera película a un gran 1988 en el que se estrenaron tres obras maestras: Akira, dirigida por Katsuhiro Ôtomo; La tumba de las luciérnagas, dirigida por Isao Takahata; y Mi vecino Totoro, dirigida por Hayao Miyazaki. Estos dos últimos directores, por cierto, iniciaron sus carreras en Toei, así que he ahí otro motivo para apreciar al estudio.
De Panda y la serpiente mágica existen versiones dobladas a numerosos idiomas, así que no fue nada malo su recorrido internacional. En cambio, en Estados Unidos fue un fracaso, lógico dado que, para ver una película al estilo de Disney, el público estadounidense podía acudir al original, que por entonces era mucho mejor: ese mismo año, por ejemplo, estrenó la estupenda 101 dálmatas (1961). No obstante, quizá esa mala acogida fuese una motivación extra para que Toei Animation buscase su propia personalidad, cosa que consiguió pronto.