Entrevista a SAM

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SAM es uno de los más interesantes y prolíficos directores de animación de España. Su filmografía comienza con Encarna (2003) y, en el momento en el que escribo esto, su más reciente trabajo es Rutina: La prohibición, un prodigioso corto candidato a los Premios Goya 2021.

La suya es una ambiciosa, personal y heterogénea trayectoria que combina homenajes al cine de terror desde una perspectiva cómica y cañí con fascinantes incursiones en la ciencia ficción. Es también el director de uno de los pocos largometrajes de stop motion de España, el muy recomendable Pos eso (2014).

Esta es la entrevista en la que repasamos su carrera profesional, desde sus inicios en la Universidad hasta los proyectos que tiene entre manos en este preciso instante.

Mientras estudiabas en la Universidad, entraste a trabajar en el estudio de Pablo Llorens, que por entonces era ya un referente del stop motion. ¿Cómo conseguiste iniciarte profesionalmente en su estudio?

Tuve la inmensa suerte de que los dos viviésemos en la misma ciudad. Nos presentó David Caballer, en esos días íbamos juntos a la facultad, yo estaba loco por hacer stop motion y él me comentó que tenía una entrevista para trabajar con Pablo. Hay que dejar claro que para mi Pablo era casi como George Lucas, una figura cuasi mitológica. Le rogué a David que me dejara acompañarle y después supliqué a Pablo que me permitiese participar en el proyecto, cosa que afortunadamente para mi sucedió.

¿Hasta qué punto esa experiencia fue clave para que decidieras dedicarte a la animación?

Era algo que me rondaba por aquel entonces, estaba entre el maquillaje de FX y los animatrónicos o el stop motion. Trabajar con Pablo me hizo ver que era posible dedicarme a esto de manera profesional.

¿Qué aprendiste de Pablo Llorens?

Se puede decir que lo aprendí casi todo, no tanto a nivel artístico, pero sí acerca de la producción. Tambien tuve la oportunidad de trabajar con un equipo de profesionales y de experimentar con materiales nuevos así como poner en práctica cosas que solo sabía en teoría. Fue un año muy intenso.

¿Cómo recuerdas tu paso por la Universidad Politécnica de Valencia? ¿Qué ha aportado a tu cine esa vertiente académica de tu formación?

La sensación es agridulce, los dos primeros años fueron muy interesantes, tuve la oportunidad de experimentar muchas técnicas y practicar muchas horas, hacer muchos amigos con los que compartía mi pasión por el medio, apenas salía del aula, me las veía putas para aprobar las otras asignaturas. En cuanto al tercer año, simplemente fue horrible. Tenía a una profesora que además alardeaba de ser la primera catedrática de animación en España, que simplemente no había hecho animación en su vida y lejos de dejarnos experimentar y progresar en nuestras habilidades se dedicaba a obligarnos a hacer absurdos ejercicios, que poco tenían que ver con la animación y mucho con su propia ignorancia, que derrochaba a raudales. Le encantaba hacernos pasar por el aro, algo que obviamente no hice. Mi recompensa fue un suspenso, así que puedo presumir de haber suspendido animación en la universidad.

Tu primer cortometraje profesional es Encarna (2003), donde optaste por la animación stop motion con muñecos de plastilina. ¿Por qué te decidiste por esta laboriosa técnica?

No había otra opción posible, era lo que llevaba haciendo tres años y creí que ya sabía lo suficiente como para ponerme a los mandos de la dirección.

Ese primer trabajo, y todos los demás desde entonces, los has realizado con participación de tu productora, Conflictivos Producciones. ¿Por qué querías tener una compañía propia?

Cuando terminé los estudios, nos juntamos cuatro amigos, a saber, Pablo Pellicer, Rubén Master, José Atienza y yo. A decir verdad éramos cinco, también estaba Fran Sánchez. La idea era que haríamos proyectos de todos y entre todos. Pensamos que lo mejor sería hacerlo bajo un nombre común, en vez de de forma individual. Así surgio la idea de este colectivo, Conflictivos Productions. No era una productora, era una asociación artístico gamberra. Pasó a ser productora muchos años mas tarde, pero siempre acompaña mis películas desde mis primeros ejercicios de la facultad.

¿Qué te atraía de trabajar en Aardman? ¿Qué fue lo más valioso de formar parte de tan destacado estudio?

Era la meca de la plastelina y mi buen amigo Pascu, Pascual Pérez, me ponía los dientes largos siempre acerca de lo que era trabajar allí. Gracias a él tuve la oportunidad de visitar el estudio y mostrar mi trabajo. A raíz de esto me llamaron para la serie Creatures Conforts USA, y no pude negarme, fue una experiencia MARAVILLOSA, sin embargo quería dirigir y allí no hubiese pasado de animador.

En un artículo académico, escrito por María Lorenzo Hernández a propósito de Vicenta (2010), afirmaste lo siguiente: “que mis películas sean de animación es un accidente”. ¿A qué te referías?

A mí me gusta el cine fantástico, de terror, de ciencia ficción. Mi primera opción era hacer cine con actores, pero tras un intento de rodar un corto y ver lo complicado que era trabajar con tanta gente, así como mis limitados recursos a la hora de ambientar las películas en ese tipo de géneros, tuve una crisis que se disipó cuando vi Caracol, col, col. Aquella era la respuesta, tendría los actores que quisiera, en el decorado que se me antojase y podría incluir montruos, robots, naves espaciales, etc… Finalmente pasé años haciendo costumbrismo cañí, supongo que Caracol, me influenció más de lo que esperaba.

Tu labor como cortometrajista es exitosa, tus obras fueron seleccionadas en algunos de los más importantes festivales de hasta dos ámbitos -el cine de animación y el cine fantástico- y fueron premiadas regularmente. ¿Fue eso lo que te animó a emprender un proyecto de largometraje en Pos eso (2014)?

No, fue una subvención que le dieron al proyecto Pos eso. Pero es una historia triste y truculenta con un final deprimente, así que no hablaré de ello.

Varios de tus cortometrajes habían logrado nominaciones a los Premios Goya pero Pos eso no. ¿Qué sentiste al enterarte de que no estaba nominada? ¿Crees que hay alguna explicación para que se quedara fuera de las nominaciones?

Probablemente mi película no estaba a la altura de las otras nominadas. Como es bien sabido, a los Goya solo concurre lo mejor de lo mejor y siempre gana el que más lo merece.

Pos eso, más allá de festivales, tuvo muy pocos espectadores en salas comerciales. Imagino que no te pilló del todo por sorpresa, dado que era una producción independiente, sin apenas dinero para la promoción, de corte fantástico, en stop motion y para colmo no apta para público infantil. Aún así, ¿por qué crees que en España hay tan poco interés por la animación adulta?

Estás consiguiendo deprimirme, es como si abrieses una vieja herida y echases sal.

No creo que una película no tenga éxito por ser de una técnica o temática determinada, es simplemente porque falla la promoción. También hay que decir que el mercado está saturado y es muy complicado abrirse paso. Lamenté profundamente que a mi película no se le diera ninguna oportunidad. Pero qué le vamos a hacer, total, solo fueron cinco años, la próxima seguro que correrá mejor suerte.

Apenas si hay, de hecho, largometrajes de stop motion en la industria española y los pocos que lo habéis conseguido sois rara avis en el panorama animado español. ¿Qué ocurre con el stop motion para que sea tan difícil sacar adelante proyectos de largometraje y para que tengan un mínimo de repercusión?

Ni idea, para mí no creo que sea ni más complicado ni desde luego mas caro que el 3D o el 2D, de hecho Pos eso costó poco mas de un millón, creo que es el largometraje de animación mas barato de este siglo, hecho en España y probablemente en el mundo. Además puede mirar a la cara a producciones con presupuestos astronómicos y salir bien parado. Estoy muy orgulloso de ese trabajo. Además, ahora por fin hemos conseguido que se pueda ver tanto en Amazon Prime Video como en Filmin.

En una entrevista durante la presentación de Pos eso para eCartelera, a principios del 2015, dijiste que había llegado el momento de la separación del stop motion, precisando eso sí que no te referías tanto a la técnica como al uso de plastilina. ¿Qué te planteabas explorar en ese momento?

Lo que estoy haciendo ahora, cosas nuevas y estimulantes, tanto a nivel técnico como narrativo. Cada vez más centrado en la integración de animación y acción real, e intentando espacar de las estructuras narrativas preestablecidas.

En el blog de Conflictivos Producciones aún se puede leer el post con el que te despedías de España para irte con tu mujer Flora a vivir a Portland, dado que ella había sido contratada por Laika. En ese post explicas muchas cosas, pero voy a extraer un par de fragmentos: “tras todos estos años siendo ignorado por las instituciones no me queda más remedio que volverme a ir… En realidad no me voy, me echan (…) no quiero seguir haciendo animación, bueno en realidad sería más correcto decir, que no quiero seguir haciendo stopmotion en plastilina de remakes cañís de películas de terror”. Casi cuatro años después, ¿cómo recuerdas ahora ese periodo?

Como una aventura hacia lo desconocido. Lamentablemente la aventura terminó de manera abrupta, cuando el mandamás de Laika decidió que dejaba el stop-motion para hacer un peli de Transformers. En fin, que no estábamos en racha.

¿Cómo fue vivir en Estados Unidos? ¿A qué te dedicaste ese tiempo?

Fue interesante. Descubrí que no es el lugar donde quiero ver crecer a mi hijo y en aquellos meses me dediqué por completo a él. En los pocos ratos que tuve, dibujé y escribí. Rutina proviene de aquellas divagaciones.

El caso es que, en efecto, desde entonces no has realizado, que yo sepa, cortos con plastilina. ¿No te planteas de momento una vuelta a los orígenes?

No.

Tu más reciente trabajo, Rutina: La prohibición (2020), parece retomar una vertiente de ciencia ficción que exploraste en Hermético (2004), y que llevabas tiempo desarrollando a juzgar por los diseños que publicaste en el blog de Conflictivos Producciones. ¿Cómo surge ese proyecto?

Rutina en realidad no es un corto o una historia, es un mundo. Un oscuro reflejo del nuestro, donde me permito acercarme a los problemas que más me preocupan ahora mismo, a nivel social, político, medioambiental…, y hacerlo de una manera artística y menos traumática que si lo hiciese de otra forma. Es un mundo que funciona a nivel simbólico, un poco a la manera de Cristal oscuro, donde los personajes aparentan ser lo que son, a nivel narrativo es muy simple, a nivel visual es tan barroco como he sido capaz.

¿Cuál fue la síntesis de la colaboración con Álex Cervantes y Hampa Animation Studio?

Álex y yo nos conocemos desde hace años. Le pedí ayuda para levantar el proyecto y él me la prestó sin reparos. Ha sido la relación que he tenido con un productor de la que más satisfecho me siento.

¿Qué animación recuerdas ver de pequeño o que te gustase particularmente?

El imperio contaataca, King Kong, todo lo de Ray Harryhausen, también lo que daban por la tele, en especial, correcaminos, Tom y Jerry, La pantera rosa y Mazinguer Z.

¿Cuál es el comentario acerca de tus obras que más te ha sorprendido o más ilusión te ha hecho?

Recuerdo con especial cariño lo que me comentó Javier Fesser, tras ver Vicenta. Fue un WhatsApp de audio, pero se le veía totalmente cautivado por la historia. Hay que añadir que para mi Fesser y su El secdleto de la tlompeta son el máximo exponente del cortometraje patrio y del mundo mundial.

Detesto que me digan que tengo mucha paciencia, cosa que además es mentira.

¿Puedes adelantarnos algo de tus siguientes proyectos, sean o no animados?

Estoy con un nuevo corto, de nombre provisional Paralelos, que es de integración, actores-animación y que va a ser, o al menos esa es la intención, de terror. Y llevo años queriendo hacer un musical. Esto va para largo, pero ya he empezado.

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