Eric Darnell y Tom McGrath. Categoría: Película. |
Con Madagascar nació la segunda franquicia más exitosa de DreamWorks Animation, solo superada por la enorme popularidad de la saga Shrek, que por entonces ya había protagonizado uno de los mayores fenómenos comerciales de la historia de la animación, Shrek 2 (2004).
Pertenece a la línea más irreverente, frenética y cómica del estudio, la iniciada con Hormigaz (1998) y que tan buenos resultados dio con las dos primeras entregas del ogro verde -y no tan buenos en El espantatiburones (2004). Es un tipo de film que se situaba a años luz de la vertiente más tradicional y dramática de la compañía dirigida por Jeffrey Katzenberg, la representada por El príncipe de Egipto (1998), Spirit: El corcel indomable (2002) o Simbad: La leyenda de los siete mares (2003).
Es como si en el mismo estudio hubiesen convivido dos sensibilidades muy distintas, una asociada al 3D y otra al 2D. Dado que esta última fue rápidamente abandonada por sus escasos resultados en taquilla, es evidente cual prefirió el público, así que en adelante DreamWorks Animation creó su nicho con este tipo de comedias alocadas que incluían referencias contemporáneas a la cultura pop y una sucesión de canciones de éxito. No es la faceta más estimulante del estudio, pero cuando salía bien resultaba al menos entretenida.
Madagascar no es de los mejores ejemplos, pero se le puede reconocer su apuesta por la comedia. Con elementos de aventura y toques fantásticos -los animales hablan y se comportan esencialmente como humanos-, pero el género predominante es la comedia y si el film funciona es por sus numerosos toques cómicos. Otra cosa es que los directores confundan a menudo comedia con continuos movimientos de cámara, planos que rara vez duran más de tres segundos y personajes que prácticamente no saben estarse quietos.
Otra seña de identidad del estudio es recurrir sistemáticamente a actores de éxito para poner voz a los personajes protagonistas. Este es uno de esos casos en los que no salió mal, de modo que la mayoría prestan su vis cómica a diálogos que no siempre son el colmo de la sofisticación. El caso paradigmático es Sacha Baron Cohen como el rey Julien, un vanidoso y fanfarrón secundario que eclisa al grupo de protagonistas.
Luego, hay problemas demasiado habituales en la filmografía en 3D de DreamWorks, como una animación sistemáticamente menos lograda que la contemporánea de Pixar; un guion tan centrado en enlazar gags que descuida la construcción de los personajes y el desarrollado de cierta profundidad dramática; y un empleo muy poco creativo de canciones -¿carrera a cámara lenta?, la banda sonora de Carros de fuego, ¿primer plano de una caminata por la acera de neoyorquina?, la banda sonora de Fiebre del sábado noche…-.
No es de lo mejor de DreamWorks Animation, pero su éxito supuso el inicio de una saga que continuó con Madagascar 2 (2008).