Mike Mitchell, Walt Dohrn. Categoría: Película. |
Aunque la existencia de este film no está relacionada con La LEGO película (2014), porque su desarrollo comenzó antes de que se estrenase, sí forma parte de esa misma vertiente de Hollywood que decidió convertir los anuncios de juguetes en largometrajes. Si la producida por Warner Bros. Animation fue estimable y creativa, las que llegaron en los años siguientes fueron bastante menos bienvenidas.
Pienso en películas como Ralph rompe Internet (2018) -ahí el producto era el imperio Disney-, Playmobil: La película (2019), UglyDolls: Extraordinariamente feos (2019) o, por supuesto, en Trolls, que es de las peores de esa vertiente. Son films en los que lo esencial no es tanto la trama como su capacidad para impulsar las ventas del juguete en cuestión, que en este caso son esos muñecos con larga caballera de colores que fueron especialmente populares de los 60 a los 80.
A DreamWorks Animation, que por supuesto compró los derechos de la línea de juguetes, la jugada le salió muy bien, porque tras su estreno proliferó la mercadotecnia relacionada con estos simpáticos ‘trols’, pero para el espectador en busca de una buena cinta de animación el resultado oscilará, según su exigencia, entre un pasatiempo olvidable o un horror que no parece terminar nunca. La mía ha sido una experiencia más cercana al segundo caso.
El problema no es solo que sea un claro ejercicio de promoción de muñecos, una opción poco estimulante desde un punto de vista artístico. También ocurre que la trama es mínima y previsible y la tesis parece sacada de una de esas tazas con frases para motivar: la felicidad está en el interior. A años luz de planteamientos más complejos de otras películas animadas contemporáneas aptas para público infantil como Zootrópolis (2016) en Disney, Del revés (2015) en Pixar o El recuerdo de Marnie (2014) en Studio Ghibli.
Pues bien, por si esto fuera poco, y como si DreamWorks Animation se hubiera propuesto ser una caricatura de sí mismo, la banda sonora es una sucesión de versiones de canciones populares. Sí, hay una de Simon & Garfunkel, pero no está incluida por ser buena, no es ese el criterio, sino por ser conocida. Lo creo así porque la mayoría son pop comercial con escaso interés: basta pensar que la cantada por Justin Timberlake expresamente para la ocasión, ‘Can’t Stop the Feeling’, ni siquiera es la peor. El desenlace en el que suena, por cierto, es particularmente lamentable, un videoclip añadido al final como un pegote.
Aviso para padres y tutores: si les pones esta película a los niños, luego no te quejes si les gusta escuchar lo que quiera que se ponga de moda en las radiofórmulas o si rechazan otros tipos de cine mínimamente experimentales. El gusto es algo que se va formando desde temprana edad.
Por alguna razón, que seguramente tenga que ver con la escasa cultura musical a nivel global y con la conquista de Hollywood de los gustos cinematográficos de la mayoría de espectadores, la película tuvo éxito, así que DreamWorks Animation insistió con una segunda parte, Trolls 2: Gira mundial (2020).