Entrevista a Esaú Dharma

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Foto: Marta Barrios.

Esaú Dharma es, junto a David Galán Galindo y Pablo Vara, uno de los directores de Gora Automatikoa (2021), el largometraje de animación más peculiar del año y uno de los más extravagantes de lo que llevamos de siglo. Juega con la idea de que para lograr una nominación como Mejor película de animación en los Premios Goya la mayor parte de años basta con producir una película de animación. Eso ha ocurrido este año, así que el film ha logrado una nominación automática en la categoría.

Broma aparte, la obra es divertida, singular y muy recomendable para quien aprecie especialmente la vertiente alternativa del medio animado. En esta entrevista, Esaú Dharma nos cuenta la génesis del proyecto, las principales dificultades para llevarlo a cabo y la acogida que está teniendo.

¿Cómo surgió la idea de Gora Automatikoa?

La idea surgió tal y como se ve en la película. En la Gala de los Goya del año pasado vimos (David Galán Galindo, Pablo Vara y yo) que sólo había una nominada a Mejor Película de Animación y que, por supuesto, se llevó un Goya automático. No debimos de ser los únicos que pensamos que si hubiéramos presentados cualquier cosa nos hubiéramos podido “colar” entre los nominados, pero sí que fuimos los únicos que se lanzaron a la aventura de completar una película de animación en un tiempo récord cumpliendo con todos los requisitos exigidos en las bases de los Goya para estar presentes en la gala de este año.

¿Cuánto tardasteis en terminarla desde la idea inicial?

Pues si la gala de los Goya fue el 6 de marzo y el plazo para presentar la película a la siguiente edición acababa a mitad de septiembre… apenas 6 meses. Y una buena parte de ese tiempo se fue en decidir si realmente estábamos dispuestos a meternos en ese lío y en tratar de averiguar cuántas películas más iban a presentarse, para ver si merecía la pena.

¿Cuál fue la mayor dificultad para llevarla a cabo?

El tiempo. Trabajábamos con un margen muy ajustado, sintiendo todo el rato la presión de no poder cumplir con los plazos. Aún así, fue muy divertido y estas limitaciones nos hicieron trabajar de una forma muy ágil, sin perder el tiempo en tonterías y avanzando como kamikazes hacia la línea de meta.

Otra cosa que nos preocupaba era la música. Debido al poco tiempo del que disponíamos, la animación es muy básica, así que era importante resaltar las emociones utilizando la banda sonora. Además, tenemos varias canciones originales a lo largo del metraje. Tuvimos la suerte de contar con Guillermo Vílchez Corredor, que se involucró desde el principio y que se dio una buena  paliza para crear una música muy variada que se adapta perfectamente a cada una de las escenas de la película.

¿Nos das alguna pista del presupuesto manejado para completarla?

La película estaba pensada desde su origen para poder ser completada con presupuesto cero. Sin embargo, tuvimos la suerte de que se nos sumó una productora al proyecto desde prácticamente el principio y muchos de los aspectos que hubiéramos tenido que resolver de una forma más humilde o tirando de favores al final contaron con financiación. No tengo la cifra exacta (habría que preguntarle a 39 Escalones), pero seguro que es la película con menos presupuesto de todas las nominadas en la historia de los Premios Goya.

¿Qué softwares empleaste para los dibujos y la animación?

Como teníamos que agilizar mucho la producción, la mayor parte de la animación está realizada con After Effects, utilizando personajes diseñados en Illustrator. Los fondos están dibujados con Procreate. Como ves, son programas muy básicos al alcance de prácticamente cualquier persona. Como hay distintos estilos de animación a lo largo de la película, ha habido más programas involucrados, pero principalmente son esos tres.

¿Qué te parece que, al haber solo cuatro películas de animación clasificadas, en cierto modo uno de los chistes de la película se haya hecho realidad?

Era nuestro plan desde el principio. Si hubiéramos visto que este año se iban a estrenar muchas películas seguramente no nos hubiéramos molestado. Lo que nos hacía gracia era justo eso, entrar automáticamente en los Goya con una película que habla de los entresijos de los premios y de la poca animación que se produce en nuestro país. Aparte, hay más profecías que se hacen en la película y que se han ido cumpliendo (y habrá que esperar al día de la gala para ver si se cumple la principal).

¿Tan difícil es producir largometrajes animados en España para que, prácticamente con sacar adelante un largometraje, la nominación esté prácticamente asegurada?

Ha pasado muchas veces. En la historia de los Goya ha habido años en los que el premio ha quedado desierto y al menos cinco ocasiones en que sólo ha habido otra nominada. Otros años ha habido dos o tres nominadas y en los años en los que había cuatro (como este) no está claro si había más candidatas o no.

Esto es aún más exagerado con otros premios, como el Gaudi, que sólo contempla las películas catalanas (con lo que no es difícil llevárselo automáticamente). Este año se han inaugurado los Carmen, premios de la Academia Andaluza, en los que para que una categoría otorgue premio se pide que haya, al menos, tres nominadas. Por supuesto, en su primer año, el premio a  Mejor Película de Animación ha quedado desierto y, si ya es difícil que haya tres películas en toda España, imagina cuánto tiempo tendrá que pasar hasta que haya tres películas de animación andaluzas en un mismo año.

¿Cuáles son las reacciones más sorprendentes y/o divertidas a la película de las que tienes constancia?

No sabría decir ninguna en concreto pero sí que me ha sorprendido la reacción general de la gente que la ha visto. Nos esperábamos que, debido al contenido ácido de la película, las opiniones iban a estar mucho más polarizadas: gente que entendiera la propuesta y se divirtiera mucho y gente que la odiara por tocar ciertos temas que habitualmente no se tocan y sobre los que se supone que no se puede bromear. Sin embargo, la inmensa mayoría han entrado perfectamente al juego y nos han llegado felicitaciones de sitios que no nos esperábamos, como desde dentro de la industria de la animación (que en lugar de sentirse atacada se ha sentido representada), de parte de otros nominados o por parte de los aludidos dentro de la película, como Javier Fesser o Enrique Lavigne.

¿Has recibido de manera diferente aquella primera nominación por ¿Por qué desaparecieron los dinosaurios? (2012) y esta?

Ha sido muy distinto. En el caso de Dinosaurios, la ilusión fue mucho mayor. No llevaba mucho tiempo en el ámbito cinematográfico y no me lo esperaba. Sobre todo me sirvió para que mi familia se relajara un poco con la decisión de su hijo de dedicarse a este mundo. Por otro lado, en el momento en el que llegó la nominación el corto tenía ya un par de años y yo ya estaba con otras cosas y otros proyectos, así que sentía que se estaba premiando un trabajo de mi “yo” pasado y no mi trabajo de ese momento (cosas raras que me pasaban por la cabeza por aquel entonces). En este caso, ha sido un poco al contrario. La nominación era automática, así que más que ilusión lo que sentí fue alivio (de que el plan funcionara, de que no encontraran ninguna excusa para descalificarnos…). Y la película está recién hecha, así que sí que representa el momento en el que me encuentro ahora mismo y me siento muy cercano a ella. Si finalmente coronamos la jugada con un Goya va a ser muy satisfactorio. No sólo porque se cerraría el círculo que se plantea dentro de la película de la mejor forma posible, sino porque no es la típica película que pueda hacerse dentro de un circuito más comercial y la considero un trabajo muy personal, y me haría mucha ilusión que se premiara y se reconociera un proyecto de este tipo.

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