Trey Parker, Matt Stone. Categoría: Serie. |
Tras los dos especiales que compusieron la vigesimocuarta temporada –South Park – The Pandemic Special (2020) y South ParQ Vaccination Special (2021)- y las dos primeras películas -de 14 previstas- creadas para Paramount+, Trey Parker y Matt Stone retomaron el formato habitual con episodios de 21 minutos. Además, aunque en South Park los capítulos nunca son del todo independientes -lo que ocurre en uno suele afectar a los siguientes o tener algún tipo de continuación-, esta temporada 25 tampoco opta por la serialización con la que experimentaron sus autores hace unos años. Me parece una decisión acertada.
Integrada por solo seis episodios -menos que los 10 habituales-, muestra sin embargo que Parker y Stone conservan intacto el ingenio y la capacidad para satirizar cualquier aspecto de la sociedad contemporánea occidental que les interese. Sigo pensando que la serie es tan indicada para conocer el estado del mundo y las nuevas modas como los telediarios o los reportajes de actualidad. No parece haber ámbito político, social o de ocio que se les escape a dos creadores cuya curiosidad por el mundo no se apaga y cuyo talento para verle el lado cómico hasta a los más dramáticos acontecimientos constituye una vez más su mayor atractivo.
El primer capítulo, Pajama Day, se ríe de esa costumbre tan habitual de comparar cualquier limitación de la libertad -incluso si es razonable o beneficiosa para la convivencia- con la Alemania Nazi. También de una tendencia cada vez más extendida, la de convertir cualquier cuestión en una declaración ideológica. Aquí llevar o no pijama implica defender o no la libertad y los resultados son descacharrantes. La actitud denunciada parece resumida al final, con ese personaje que repite una y otra vez, ofuscado, que no pueden obligarle a nada.
El segundo, The Big Fix, es de los más inspirados y funciona a muchos niveles. Por lo pronto, ofrece una revelación sobre el verdadero nombre de Token, que resulta provenir de un conocido autor de literatura fantástica. Esto, naturalmente, es aprovechado por los creadores de la serie para reírse de quienes les critican por nombrar así al único personaje negro, críticos que parecen olvidar el origen satírico de esa elección. El médico que se dirige a cámara es particularmente revelador en ese sentido. Además, el episodio ridiculiza la dependencia de la droga de tanta gente -aspecto que será retomado en el sexto- y el uso de las minorías como reclamo comercial -vuelven a extraer oro de Randy, un personaje particularmente poco ejemplar-.
El tercero, City People, se mofa sin piedad de los agentes inmobiliarios, cuyo trabajo consiste, según ellos mismos afirman orgullosos, en no hacer nada. De hecho, la parte esencial de la profesión es hacerse una buena foto, aunque eso implique romperse la columna en el proceso. Otros aciertos: retratar a los habitantes de las grandes ciudades como gallinas descontroladas incapaces de pronunciar frases con estructuras gramaticales básicas -solo pueden repetir palabras como ‘botella de agua’, ‘cortado’, ‘edamame’…- o mostrar el infinito egoísmo de Cartman. Lo interesante es que, en medio de tanto gag disparatado, hay también una crítica a la escalada del precio de la vivienda que amenaza especialmente a los más vulnerables. El desenlace sitúa justamente a Cartman un pasito más cerca del negro futuro que le predijeron en el final de South Park: Post Covid: The Return of Covid (2021). Su rostro al final del capítulo es una de las cumbres de la serie.
El cuarto, Back to the Cold War, muestra la extraordinaria capacidad de la serie para adaptarse a la actualidad. Días después de que Rusia invadiese Ucrania ya tuvimos un episodio al respecto. Además de la inevitable burla dirigida hacia un descamisado Putin, no faltan pullas hacia los nostálgicos de la Guerra Fría que parecen aprovechar el conflicto para dar rienda suelta a su patriotismo y a su sospecha del otro. Otra vez vuelven los autores a emplear su técnica de la sustitución, al reemplazar la guerra en Ucrania por una competición de doma de ponis.
El quinto, Help, My Teenager Hates Me!, es algo más flojo, pero ofrece sus momentos más divertidos al mostrar a los adolescentes como una suerte de zombis de escasísimo intelecto que se rebelan contra todo sin coherencia alguna.
El final, Credigree Weed St. Patrick’s Day Special, vuelve a jugar con la ruptura de la cuarta pared, pues es un especial sobre el día de San Patricio, cuestión que el guion aprovecha para recordarnos una y otra vez, con propósitos evidentemente cómicos, al comercializar Randy un especial homónimo de su marca de marihuana Tegridy Farm. Esta vez en el punto de mira están los supremacistas blancos y la paranoia de una sociedad maximalista que abandona la razón con demasiada frecuencia: Butters como depredador sexual no tiene precio. Este último sigue siendo un personaje tristemente infrautilizado. ¡Ay, ojalá hubiera más episodios protagonizados por Buters! Claro que la galería de secundarios de South Park es tan rica que casi cualquiera de ellos merece contar con más minutos en pantalla.