Entrevista a Carlos Velandia

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En el Festival de Annecy 2022, el más importante evento dedicado a la animación, solo hubo dos directores que tuvieron un par de obras en las selecciones oficiales. Uno es el maestro japonés Koji Yamamura, del que se proyectó el largometraje Dozens of Norths y el corto Polar Bear Bears Boredom. El otro fue un nuevo talento colombiano, Carlos Velandia, del que en el festival francés se pudieron ver La mujer como imagen, el hombre como portador de la mirada, incluido en la sección experimental Off-Limits, y Todas mis cicatrices se desvanecen en el viento, este último dirigido junto a Angélica Restrepo y seleccionado para la sección de cortos de escuela.

¿Qué animación te gustaba especialmente cuando eras pequeño?

La animación que más me gustaba de pequeño era la de cinemáticas de juegos 3D de inicios de los 2000, especialmente de ciencia ficción. Recuerdo mucho las animaciones de un videojuego de Matrix y también de la franquicia de Halo.

En la Universidad Nacional de Colombia, ¿tuviste alguna asignatura específica de animación?

El programa que estudié en la Universidad Nacional de Colombia es uno de cine y televisión, el cual tiene un enfoque muy marcado hacia la producción de cine de ficción en live-action; así, mi formación es de cineasta, más que de animador. A pesar de esto mis primeros acercamientos a la animación se dieron en una asignatura llamada Programación para arte, en la que exploré el campo de la animación generativa en el ecosistema de Processing.

¿Qué te atrajo hacia la animación y cuando comprendiste que te interesaba el medio?

Me gusta contar la anécdota de que empecé a hacer animación sin saber que lo estaba haciendo. Todo esto partió de la necesidad de desarrollar una propuesta fílmica que me sirviera para explorar nociones y sensaciones imposibles de abordar desde la forma hegemónica del cine en live-action. Esta búsqueda hasta ahora ha tomado dos caminos: el trabajo con material de archivo y la realización audiovisual en motores de videojuegos.

¿Qué ha supuesto para ti tener dos obras seleccionadas en la misma edición del más importante festival de animación?

La selección de ambas películas en una misma edición de Annecy ha sido toda una revelación personal ya que antes de la participación en el festival pensaba que mis dos formas de trabajo estaban desconectadas; sin embargo, en Annecy entendí que ambas habitan el amplio espectro de lo que puede ser la animación.

Además de esto, la participación en Annecy ha sido de vital importancia para darle visibilidad a las obras a nivel internacional. Allí, mi co-directora (Angélica Restrepo) y yo logramos el contacto con representantes de festivales de todo el mundo quienes se han interesado mucho en las películas y las han considerado en sus procesos de selección.

¿Cómo elegiste las películas seleccionadas en La mujer como imagen, el hombre como portador de la mirada?

El proceso de selección de películas pasó por varios filtros. La delimitación inicial fue definir que las películas que me interesaban eran obras de cine de ficción de Hollywood, realizadas entre 1920 y 2020 y protagonizadas por actrices que fueron consagradas como sex symbols por la misma industria cinematográfica.

Posteriormente el trabajo fue de recopilación de información: primero nombres de las actrices y luego sus filmografías dentro del rango de tiempo establecido. Este proceso terminó en una lista de aproximadamente 1000 películas de las que seleccioné las 100 más populares.

Tras la selección de las películas utilizadas en el cortometraje, las vi todas de inicio a fin cortando cada uno de los planos en los que aparecía una mujer y organizándolos en categorías por su valor de plano y por la acción realizada. Al final de este proceso tenía 60 categorías y aproximadamente 35 horas de material para trabajar, compuesto principalmente por clips de 3-5 segundos.

¿Qué softwares empleaste para la realización?

La realización de esta película fue completamente manual y se hizo en Adobe Premiere gracias a su flexibilidad para trabajar con una cantidad abrumadora de clips de video de una manera organizada y de manipular la materia sonora.

¿Cuánto tiempo te llevó completar el corto?

Me tomó un año y medio realizar la película, que además fue mi tesis de grado de mi carrera de Cine y Televisión, por lo que es fruto de un proceso de investigación-creación. Diría que dediqué un año a la investigación (conceptual y creativa) y seis meses desde preproducción hasta finalización del cortometraje.

En el corto denuncias que la forma de retratar a la mujer ha sido más o menos la misma a lo largo de la historia del cine de Hollywood. ¿Crees que ha ocurrido algo similar en la historia de la animación de Hollywood?

Considero que los modos de representación que operan en el cine de Hollywood están ligados a un modo de ver propio de la organización del poder que rige nuestra sociedad desde hace siglos: la combinación entre patriarcado y capitalismo. Así que cualquier gesto de representación femenina que se cree dentro de este orden va a operar en la misoginia y en la perpetuación del poder rigente.

En este orden de ideas, pienso que el lugar de enunciación y de producción son la clave para entender si una obra sigue o no estos patrones; y en el caso de la historia de la animación de Hollywood pienso que ha sucedido lo mismo que en su cine de live-action.

¿Cómo surgió la colaboración con Angélica Restrepo en Todas mis cicatrices se desvanecen en el viento?

La colaboración con Angélica surgió a partir de su deseo de explorar la historia de vida de su madre desde una perspectiva no revictimizante y con un carácter terapéutico. Trabajamos unos meses con material de archivo de su familia y con grabaciones de conversaciones que había tenido con ella, pero esa naturaleza volátil y etérea de la memoria era algo que no conseguíamos incluir en el proyecto. Esto nos hizo tomar decisiones de experimentación más radicales que nos llevaron (afortunadamente) a la forma final de la película.

¿Cómo desarrollasteis la peculiar estética del corto?

La estética de la película nació de la combinación de varias técnicas usualmente desconectadas: por un lado, está la fotogrametría, que en pocas palabras es la reconstrucción en 3D de un objeto o de un espacio a partir de muchas fotografías, y por otro está el uso de sistemas de partículas dentro del motor de videojuegos Unity.

Inicialmente reconstruimos espacios a partir de relatos de vida de Luz Mery, la madre de Angélica, hasta llegar conseguir una nube de puntos, el cual es un producto intermedio del proceso de reconstruir un sólido en 3D. Con la información de las nubes de puntos de cada espacio alimentamos sistemas de partículas en Unity, que programamos para que ulitizaran las coordenadas de posición y de color de cada punto y así generaran esta textura en constante movimiento de cada espacio.

¿Qué te interesa de tu labor como programador?

En mi labor como programador de cine me interesa mucho poder articular reflexiones conceptuales con una experiencia fílmica que involucre al espectador tanto intelectual como corporalmente. Entiendo la curaduría de cine como un conjuro de constelaciones en el que se proponen conexiones entre las obras que permiten un entendimiento más amplio de una experiencia de vida en el mundo.

¿Puedes adelantarnos algo de los proyectos que tengas entre manos?

Actualmente, Angélica y yo estamos desarrollando obras de animación expandida en medios como la realidad aumentada y el full dome de la mano del MediaLab de la Cinemateca de Bogotá. En general, estamos explorando el pensamiento ecológico como una herramienta anticolonial ¡Así que pueden esperar muchas plantas derrumbando monumentos!

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