1974: Juan, el paladín (János vitéz)

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Juan, el paladín (János vitéz)amazon

Marcell Jankovics.
JUAN, EL PALADÍN (JÁNOS VITÉZ).
9,5/10

Categoría: Película.
Guion: Marcell Jankovics, Tamás Sipos, Péter Szoboszlay.
Año: 1974.
País: Hungría.
Género: Fantasía, Aventura, Vanguardia.
Técnica: 2D.
Estudio: Pannónia Filmstúdió.
Idioma: Húngaro.
Característica: Imaginativo, Experimental, Hipnótico, Poético.
Duración: 1h 14min.
Clasificación por edades: NR-7.

Juan, el paladín es el primer largometraje de animación húngaro y fue un encargo de Pannónia Filmstúdió, el principal estudio de animación del país, para conmemorar el 150 aniversario de Sándor Petőfi. Eso explica que adapte el poema narrativo János Vitéz (1845), la más popular obra del poeta romántico. Como carta de presentación húngara en el ámbito del largometraje es difícilmente mejorable, dado que es una maravilla del medio, un clásico intemporal de extraordinaria riqueza artística.

Eso se debe, en buena medida, a que se trata de la ópera prima de Marcell Jankovics, muy posiblemente el mejor cineasta de animación en Hungría, el mismo que menos de una década después dirigió la obra maestra El hijo de la Yegua Blanca (1981). Una obra así de innovadora y experimental, no obstante, fue posible gracias a la doble vertiente de Pannónia Filmstúdió, pues desde la reforma económica de 1968 combinaba producciones más comerciales -como la serie Hungarian Folktales (1977), del propio Jankovics– con otras de cariz autoral. La que nos ocupa, evidentemente, pertenece a esta segunda categoría.

Impregnado de la reconocible personalidad visual y narrativa de su director, la misma que retomaría, ya con su toque maestro, en El hijo de la Yegua Blanca, posee unas características bien definidas que se mantienen constantes a lo largo del metraje. Algunas de las principales son: personajes que cambian continuamente de color, son ilustrados con varias tonalidades de un mismo color o son mostrados casi como siluetas; continuos movimientos y metamorfosis de los personajes; fondos sencillos, en muchos casos monocromos, sobre los que destacan el resto de elementos; abundancia de personajes repetidos, idénticos o con pequeñas variaciones, hasta perderse en el infinito del plano; personificación de elementos naturales, como montañas, árboles, fuego, nubes…

Quizá por la influencia soviética en la Hungría de la época, el filme está más próximo a las experimentaciones de Soyuzmultfilm en los 60, como Los cisnes reales (1962) o Go There, Don’t Know Where (1966), que de cualquier largometraje que se hubiese producido en Estados Unidos. Hay quien ha señalado, eso sí, la influencia de El submarino amarillo (1968) y cierto parecido sí advierto, sobre todo en el empleo de colores.

Giannalberto Bendazzi, cómo no, menciona la obra en su esencial libro Cartoons: 100 años de cine de animación (1988). Escribe lo siguiente: «la influencia del dibujo folklórico magiar se mezcla con la Secesión vienesa». Además, incluye una cita del director a propósito del film: «estoy convencido de que es posible renovar el cine de animación sin salir del univero restringido de la caricatura para privilegiar contenidos más poéticos y más filosóficos. (…) Sin la poesía, el dibujo animado me parece desprovisto de sentido».

Una curiosidad: Hanna-Barbera compró los derechos de distribución para Estados Unidos con la intención de estrenarlo en cines en 1978, rebautizado como Forever Like The Rose, aunque finalmente tal cosa no ocurrió.

Reseña Panorama
Puntación
10
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