Masao Ôkubo. Categoría: Serie. |
La segunda temporada de Record of Ragnarok continúa allí donde se quedó su predecesora: vimos tres combates en la primera tanda de episodios, así que esta comienza con el cuarto. La premisa es la misma: los dioses retan a los hombres a un Ragnarok, una batalla entre 13 dioses y 13 humanos que decidirá la suerte de la humanidad. Si pierde, se extinguirá.
La estructura de torneo de combate no es nada novedosa, así que el interés reside en cómo presenta a los contendientes, en la manera de añadir alicientes a las batallas y, una vez más, en su sentido del humor. De hecho, creo que quien conciba la serie únicamente como un drama de acción seguramente se pierda buena parte del disfrute, pues es todo tan exagerado -la anatomía de los personajes, sus vidas, el desarrollo de las peleas…- que no hay forma de tomársela en serio.
Más allá de la comedia que nace de la hipérbole, de la que no sabría decir si es deliberada o no, el guion intercala comentarios de los espectadores que, en la mayor parte de los casos, añaden toques de humor incluso a los pasajes más intensos. Véase cuando Jack el Destripador cita Hamlet y el alter ego animado de William Shakespeare no sabe si estar orgulloso de que alguien tan poco modélico conozca su teatro.
En esta segunda temporada hay dos batallas, cada una de las cuales ocupa cinco episodios. Están dilatadas más de la cuenta, pero es que recrearse en las peleas y las vidas de los contrincantes -hay flashbacks para cada uno de ellos sistemáticamente- es la razón de ser de la serie. De las dos, la más interesante, con diferencia, es la que enfrenta a Jack el Destripador con Hércules. Lo es porque nos pone en la tesitura de no saber de qué parte ponerse y porque son personajes muy diferentes: el asesino usa la inteligencia, el héroe romano por su fuerza.
El segundo combate, entre Vishnu y un famoso luchador de sumo, es más estándar: un cuerpo a cuerpo entre dos seres musculados a más no poder y semidesnudos -el componente erótico no falta-, tan formidables ambos que cuesta creerse que uno de los dos pueda con el otro. Los dos son tan poderosos que su enfrentamiento recuerda a la paradoja del obús infalible que cae sobre una fortaleza indestructible. En fin, por eso digo que más vale verla con la distancia desmitificadora que da el sentido del humor.
Finalmente, si la primera temporada fue justamente criticada por su abuso de dibujos estáticos, esta vez la animación es algo menos limitada y hay escenas de acción mejor resueltas. Se aleja del extremo de De yakuza a amo de casa, pero tampoco es que sea un alarde de animación.