|
Stéphane Aubier y Vincent Patar. Categoría: Película. |
Pánico en la granja es una brillante obra que, como los mejores films de animación, seducirá a niños y adultos y, además, por los mismos motivos: la deslumbrante estética, la imaginación, el absurdo humor y la surrealista sucesión de acontecimientos en una trama desprovista de (casi) toda lógica. Es como si Dalí y Ionesco hubieran enviado un guion al equipo de Robot Chicken para que lo dirigiera Nick Park.
De hecho, la historia que propone, protagonizada por un caballo, un cowboy y un indio, solo resultará extravagante a un adulto acostumbrado a la narración convencional, porque todas las ideas que desarrolla parecen surgidas de la forma de pensar de un niño, al que no le extrañará nada que dos personas encarguen por error 50 millones de ladrillos para regalarle una barbacoa a un caballo por su cumpleaños. Incluso los muñecos usados para la producción parecen salidos del cajón de los juguetes.
El otro gran atractivo de Pánico en la granja es su estética, que posee el encanto de las obras artesanales pero con la ambición que permite un largometraje destinado a ser proyectado en salas. El tipo de animación parece apresurada, poco cuidada, como si huyera del refinamiento de Aardman o Laika. Por supuesto, es un efecto deliberado, en parte para darle esa estética artesanal, en parte porque el frenético ritmo exige una animación igualmente veloz.
Una maravilla que posee el honor de ser uno de los pocos largometrajes de stop motion seleccionados por el Festival de Cannes.
