ARCANE.
8/10
Cuando Arcane debutó en Netflix a finales del 2021, se convirtió enseguida en una de las más populares series del año. Se estrenó como la más vista en 52 países y en IMDb, en cuestión de un mes, ya era una de las 15 series de animación más votadas de la historia. Imagino que una parte de esta entusiasta acogida se debió al gran número de seguidores del videojuego en el que se inspira, League Of Legends, pero también indica un creciente apetito por propuestas de animación para adultos con una estética especialmente cuidada, cosa que me alegra mucho. Que además fuera el segundo éxito consecutivo de una serie adulta animada con episodios de una hora, tras Invencible (2021), invitaba a pensar en una posible revolución para la industria.
Logros comerciales aparte, la serie es muy bienvenida por su apuesta estética, que emplea de manera creativa el 3D de modo que en ocasiones tiene uno la sensación de estar ante animación a mano. Es estupendo que no repita la obsesión por el fotorrealismo de tantos episodios de Love, Death + Robots (2019). El diseño de los personajes es un rotundo acierto y hay fondos que parecen cuadros: a veces dan ganas de apretar el botón de pausa para apreciarlos debidamente. La parte visual es muy atractiva y solo por ese motivo ya merece la pena darle una oportunidad a la serie. Lástima que puntualmente la animación de los rostros se sitúa en el terreno del ‘valle inquietante’, justamente porque ese aspecto sí busca el realismo.
Si el componente estético despierta mi admiración, el guion es en cambio un tanto convencional. Recicla tramas empleadas multitud de veces y los personajes principales no resultan en absoluto originales. Sobre todo, echo de menos diálogos algo más inteligentes o sofisticados. Ahora bien, no todo es decepcionante en ese aspecto: el villano tiene su interés y el mundo steampunk posee encanto.